Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

miércoles, 9 de marzo de 2011

salazar, robinson; "el miedo como estrategia de control social"

Fuente: Arquitectura política del miedo / Flabián Nievas... [et.al.]; compilado por Flabián Nievas; dirigido por Robinson Salazar Pérez y Melissa Salazar Echeagaray. - 1a ed. – Buenos Aires: Elaleph.com, 2010.

EL MIEDO COMO ESTRATEGIA DE CONTROL SOCIAL
Robinson Salazar*
Inseguridad y vulnerabilidad
El inicio de siglo abrió las compuertas de un alud de alarmismo, terror y
emisión de miedo provocado por los medios de comunicación, apuntalado en
argumentos falaces de pretendidos agoreros del fin del milenio y del mundo y
otras veces por el evento crucial ocurrido en tierras norteamericanas como fue
el “atentado” contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001, trajo en consecuencia
un síndrome de miedo, terror, inseguridad y vulnerabilidad de todo
el sistema anterior proveedor de certidumbre individual y social.
Un marco idóneo para comprender pedagógicamente el resurgimiento
del nuevo alarmismo, editado en otras ocasiones en los centros de del poder
norteamericano para desatar la furia bélica contra otro Estado, antes y
después de la guerra fría, principalmente para justificar las intervenciones
militares en nuestros países latinoamericanos) es la administración de George
W. Bush, con raigambre neoconservadurista al igual de Ronald Reagan
y todos los consortes que inauguraron el neoliberalismo en Europa y
América Latina.
La lucha vesania contra los muros de contención anti globalizante
opuestos a la expansión del mercado, la búsqueda incesante por destrabar
las regulaciones económicas y desmantelar al Estado de sus funciones y
responsabilidades sociales fue la primera etapa que culminó al derrumbarse
el bloque socialista y popularizar el fin de la historia, las ideologías y el
* Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México (salazar.robinson@gmail.com)
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triunfo sempiterno del mercado. La política de George W. Bush fue más allá,
sobre los estropicios del viejo esquema socialista proclamo la nueva confrontación
infinita, los conflictos bélicos enlazados bajo el modelo del Alianza
para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte –ASPAN– donde
los norteamericanos en la administración Bush mancomunados con los halcones
conservadores del Pentágono y la Central de Inteligencia –CIA–, han
definido la guerra preventiva, cuyos objetivos son el terrorismo, el crimen
organizado, el populismo radical y la militarización de la frontera (Salazar.
R. 2009).
La idea, el proyecto y las intenciones estaban articuladas bajo la égida de
la acción gubernamental, asimismo los objetivos inmediatos se habían
jerarquizado y teledirigido a una parte del mundo donde las riquezas abundaban
por el incremento de los precios del petróleo, Irán, Irak y Paquistán.
Los empresarios y el gobierno sumaron esfuerzos, alentaron al mundo a
consentir una guerra y construyeron en el imaginario social y en la opinión
pública la firme idea de la existencia de un enemigo deshumanizado, impío
y rufián carente de consenso, dictatorial, expoliador y peligroso para todo
el mundo en general, Saddam Hussein personificaba el mal y la guerra de
los aliados capitaneada por Estados Unidos representaba el bien.
Así se fue construido con retazos de ideas, “atentados”, crisis pre fabricadas,
enemigos inexistentes y peligros inminentes el nuevo enemigo a
confrontar (Salazar, R. 2006), cuyo objetivo fue instaurar la dictadura del
mercado, desmembrar las redes comunitarias, fragmentar a la sociedad y
desterrar a los pobres de los espacios públicos, criminalizar las protestas y
despojar a los ciudadanos de sus derechos políticos, todo en aras de ejercer
un control contra un enemigo que no conocemos, omite el lugar donde
reside y lo magnifican para ejercitar impunemente el poder de las armas.
El dispositivo de poder agregado al engranaje de la nueva guerra fueron
los medios de comunicación, quienes asumieron la tarea de desnaturalizar
su esencia como fuente de información y divulgación, asociados de manera
descomedida con los agentes del mercado, principalmente con empresarios y
gobernantes proclives a administrar para el mercado y descuidar los asuntos
públicos de atención a la ciudadanía que lo eligió, y erigieron un emporio
productor de alarmas, miedo y terror dirigido a desmentalizar al auditorio.
La sociedad mediática, telépolis, la jaula digital, la sociedad red, el mundo
virtual, el poder de la imagen, el fin del discurso desideologizó a la sociedad,
le impuso nuevos códigos, vendió el mapa prefabricado de la sociedad
contemporánea donde la incertidumbre, la volatilidad de todo lo
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material nos colocaba en la plataforma del riesgo permanente. No ocuparíamos
a partir de estos momentos un lugar seguro, absolutamente todo aquello
que nos rodea está sostenido por un ambiente de inseguridad, ya nada
nos protege somos totalmente vulnerables en todas las esferas de nuestros
comportamiento individual y social.
La inseguridad y la contingencia son dos factores prevalecientes en la
vida cotidiana, desde los virus riesgosos para la información almacenada en
un computador personal, hasta la contingencia del chantaje y/o secuestro a
través de la telefonía celular; estar celoso en las relaciones sexuales ante el
acoso del Sida, y/o perder el trabajo debido a quiebra intempestiva de la
empresa o fabrica en donde prestas tus servicios; no sobran los temores
infundidos por las noticias de los desastres naturales, los asaltos derivados
por la inseguridad pública, la devaluación de la moneda o una medida que
admite suspensión de las garantías Constitucionales por amenaza de terrorismo;
todo es una extensa alfombra de suelo movedizo de angustia invisible
o estado endémico similar a latente esquizofrenia dilatada, capaz de
convertirnos en sujetos plenamente vulnerables, sin sentido del tiempo,
porque el mañana no existe y está sujeto a factores incontrolables derivado
de la incertidumbre.
El territorio fértil incubadora de la inseguridad fue los Estados Unidos,
en su afán de constituirse en la hegemonía del Siglo XXI, sin contar con el
caudal económico, suficiente manejo de la gobernabilidad y consenso interno
y externo, pugnó por el ejercicio de la violencia hasta arribar a una
decodificación de la guerra, en donde las causas que legitimaban el uso de
los recursos bélicos fue desechada y desimbolizó el acto de guerra, convirtiéndola
en un procedimiento más de la administración pública y el de
gobierno.
La guerra, como acto de gobierno, la llevó a cabo contra otros Estados,
para combatir el crimen organizado en las calles, desterrar asentamientos
humanos de precaristas, perseguir forajidos y/o controlar alguna situación
de inseguridad pública, contener a fuerzas opositoras, incluso con el objetivo
de persuadir a gobiernos a dialogar o dejar de ayudar a otra nación.
Designificó el sentido de la guerra y a diario se lee y escucha el vocablo en
discursos orientados a contener y/o combatir la inflación, cualquier epidemia
y desplazamientos humanos migrantes. Absolutamente todos estamos
bajo una circunstancia de guerra. El discurso, la persuasión, el consenso,
los argumentos y las cooperaciones internacionales dejaron paso a las
nuevas guerras. No obstante el uso y contenido del concepto tiene distintas
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dimensiones de aplicabilidad, los efectos de enemistad y muerte están vigentes.
La fuente de la inseguridad inextinguible está en el libre mercado quien
a través de sus agentes económicos, llámese consorcio de las 200 familias
más poderosas del mundo que controlan el 90% de la producción de alimentos,
comercialización y banca privada, exigen la vigencia desreguladora
estatal y la política privatizadora como eje dinámico de la globalización y la
libre empresa.
Al relegar al Estado de su responsabilidad social y vulnerarle su naturaleza
soberana, el hombre quedó a la suerte y sin referente, diluida la confianza,
la solidaridad refugiada en núcleos reducidos de seres humanos
desconectados de la mayoría y grandes segmentos sociales vacilantes al sentirse
impotente ante el destino porque nadie detiene la guerra, por el contrario,
la iglesia y el Estado, entes posibilitados de hacerlo, la incentivan.
La debilidad estatal manifestada en la vulnerabilidad fronteriza, lasitud
en el ejercicio de la soberanía, aceptación de los poderes de facto de organismos
internacionales en su jurisdicción, incapacidad para controlar la
información y movilidad de recursos financieros deterioró su imagen y
acotó los espacios de actuación, desprotegió a la población, pero dio pie
para el surgimiento de actuaciones de resistencia locales contra muchos
aspectos provocados por la inmovilidad del Estado, dentro de ellos podemos
mencionar las confrontaciones contra flujos de migrantes, xenofobia,
localismos y regionalismos, resistencias comunitarias a políticas gubernamentales,
ejercicios de prácticas religiosas opositoras a las reglas institucionalizadas
por la sociedad, entre muchas otras.
Existe una desestatización del ente público, donde el anterior eje Estado-
nación ordenado bajo el eje de la política quedó desconfigurado y apareció
otro ente Técnico Administrativo bajo la férula del consumo, esa
nueva forma estatal arroja un esquema de Estado/Consumidor que desecha
el anterior Estado/Ciudadanía. De esta forma, el pueblo, el sujeto
colectivo, el trabajador, fue desimbolizado e incluso aniquilado, remplazado
por la gente, el individuo y el empleado, conceptos más apegados a la
concepción del mercado y no de la política.
Estamos ante un Estado que no instituye subjetividad, carece de lazo
social, su discurso es vacío, sin forma ni contenido, contingente y desligado
de la realidad cotidiana. Las palabras no embonan con la vida diaria de los
ciudadanos, resuelve diferencias con la oposición mediante la diatriba y no
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ataja los grandes problemas del país y esgrime permanentemente la guerra
como mecanismo de gobernabilidad.
Subyace un estado de cosas que escenifica el deterioro de los mecanismos
de representación y participación social, parlamentos descentrados,
política espectacularizada, políticos que actúan como animadores de eventos
pasmosos, partidos políticos sin credibilidad, instituciones insuficientes
para garantizar el ejercicio de la ciudadanía, espacios públicos criminalizados
y ausencia de autoridad.
La ausencia de un ente rector égida de la sociedad dejó una gran oquedad,
la cual no permaneció por mucho tiempo vacía, sino que fue pronto
ocupada por los medios de comunicación y los grandes empresarios, quienes
emergieron como el nuevo vértice de apertura” el futuro de la sociedad,
indudablemente era un oficio que no le correspondía y cuyas consecuencias
las vivimos hoy con la violencia, la guerra, las banalidades y
comportamientos fútiles en las diversas esferas de la sociedad.
Propaganda del miedo
Los medios de comunicación son los nuevos forjadores de opinión pública,
entendida como el conocimiento colectivo resultante de la acción combinada
de los diversos medios de comunicación efectivamente utilizados
en cada época y lugar; el clima forjado está vestido de opacidad, le imprimen
colores imprevisibles y contingentes difícil de aprehender, a pesar de
ser una construcción social no construye la realidad, la define y redefine
desde la exterioridad, lo cual nos indica la mayoría de las veces que la opinión
pública es un invento, es la desconfiguración y la ignorancia de la
evidencia primera o realidad social. La opinión pública desata el clima de
opinión y ambienta a la sociedad contemporánea y mediática caracterizada
por su perfil enrevesado, fútil, impreciso y fortuito, pero pretensioso por
insistir en explicar lo que acontece en el mundo exterior (Gil Calvo, 2003).
Sin embargo, el debate público tiene por naturaleza ser plural, controvertido,
contradictorio o deliberativo pero razonado y previsible, alimentado
de las redes de interacción, no necesariamente de los medios de comunicación,
sino de organizaciones, convivencia cotidiana, interpenetración
con la realidad, lazo social y conocimiento empírico.
Por la descomplejidad como los medios de comunicación emiten la noticia,
la banalidad de sus discursos, la espectacularidad de sus noticiarios, la
simpleza de las palabras que en la mayoría de las veces reduce el vocabulario
a no más de 400 palabras comunes, dibuja una realidad irrelevante don–
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de amerita cambiarse o hay conflictividad que amenaza los intereses de los
grandes empresarios, pero en situaciones nimias magnifica el hecho o situación
descrita, evocan copiosamente la violencia y al centuplicarse los
relatos, teatralizan los acontecimientos y dramatiza en el subconsciente
colectivo, dibujando un mapa de terror y miedo en el auditorio.
El melodrama que utilizan los medios de comunicación en su programación
habitual, afirma Carlos Monsiváis, es el molde sobre el que se imprime
la conciencia de América latina...en ellos se observa la aceptación de
la pobreza “estructural”, una singular visión de la democracia, la ingesta
cotidiana de violencia y hasta las ideas de lo nacional –dice– se elaboraron
con los gestos y estallidos propios del folletín. Al dejar que el melodrama
explique las sensaciones de insignificancia, las personas vierten sus terrores
en el lenguaje destinado a las contingencias de la enfermedad y el amor desdichado
y eso explica la dimensión teatral de la estrategia contra la violencia.
El pánico también aquieta. Y el melodrama impulsa la metamorfosis de lo
vivido con temor y angustia en la representación teatral. (Monsiváis, 2005)
La acción melodramática en el discurso y las imágenes de los medios
está cargada de intención cuyo fin es depositar en la conciencia de los
hombres significados subjetivos que le permitan vivir, dialogar y explicar el
mundo exterior a través de esos signos internalizados. Mediante esa lente
impuesta, el mundo exterior, bastante abigarrado por los conflictos, la
pérdidas de derechos, pobreza, desempleo, indigencia, hambre, violación
de derechos humanos, prostitución y carente de educación, es percibido
como un mundo natural, simple e incuestionable, donde la anestesia y la
obnubilación es el estado natural en el colectivo social.
El ensueño, la farsa y la ficción son tres elementos que connotan a los
medios de hoy, y son generadores de clima social en nuestras naciones,
cuya especificidad está registrada en la alarma y el terror.
El exceso de alarmismo anunciado en Beck con la teoría del Caos,
quien escribía acerca de las nuevas amenazas de la humanidad fue popularizada
de manera irresponsable por las radiodifusoras y televisión quienes
sembraron la angustia al mal interpretar las consecuencias del cambio
climático, las nuevas epidemias y el renacer de otras con la alteración del
clima, la escasez de algunos alimentos pero no lo vinculaban con nuestras
formas de alimentación y biotecnología, sino que hacían escarnio sobre el
déficit a fin de alterar el subconsciente colectivo y denotar un miedo advertido
como riesgo indeleble.
ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE
ALBERTO HORACIO RODRÍGUEZ (RODRIGUEZGALEY@GMAIL.COM)
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El riesgo real que vivimos cotidianamente no describe ni enuncia la dimensión
catastrófica de la crisis financiera, el costo de las erogaciones estatales
para solventar la crisis de liquidez de los bancos, las notables pérdidas
de los fondos de pensiones manejadas por los bancos de manera inescrupulosa,
el agotamiento de las reservas petroleras a nivel mundial, los delitos
de cuello blanco, las exenciones de impuesto de las grandes compañías, el
deterioro ambiental por las descargas de contaminantes en los mantos
friáticos, en suma, los verdaderos problemas que debemos resolver como
sociedad en su conjunto.
El riesgo percibido socialmente lo construye el sector dominante de los
medios de comunicación y atiende aquellos aspectos presente en la vida
diaria pero son lesivos a los intereses de las grandes empresas, gobiernos
pusilánimes o figuras públicas prominentes; la intencionalidad es modificar
el sentido de la noticia por ello la información trasmitida por los medios
resulte decisiva, pues al suscitar una u otras expectativas condicionan las
actitudes de los actores de quienes dependen los factores de riesgo, alteran
tanto su evaluación del peligro advertido como su capacidad de superarlos
(Gil Calvo, 2005 Ídem).
El miedo posicionado en el colectivo como ambiente y escenario futuro,
inmoviliza la acción colectiva, priva al individuo de su necesidad de
asociarse, de buscar en el otro la convalidación de la información percibida,
porque el riesgo percibido construye el terror de tal manera que aísla a los
hombre porque invisibilizan el factor provocante del miedo. Es un miedo
paralizante, conspiratorio, manipulante y fragmentador dentro de la sociedad;
estas nuevas características de la sociedad sometida al miedo mediático
provoca, dentro de los núcleos humanos una acción restrictiva de lazo
social, enmudecimiento colectivo o autismo social, dado que el ver al otro
como potencial agresor no lo habilita como depositario de confianza mediante
la relación intersubjetiva, sino que se abstiene de opinar y deja que
los medios armen y divulguen la opinión callada por el resto.
La opinión pública es el silencio atemorizado que los medios asumen como
representantes visibles del efugio colectivo; la opinión pública no es fabricada
dentro de la sociedad, la siembran desde afuera, es individual y la
colectiviza al producirla pública por la difusión de la noticia creando con
ello el clima de opinión. Por lo anterior, no es necesario debatir, interlocutar,
indagar, constatar, averiguar o atestiguar, todo está prefabricado en la telépolis,
la verdad es incuestionable y la socializan los medios para aprovechar
el ambiente de pereza mental perene en los grupos humanos; asimismo
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inducen el estilo de hablar mediado por un lenguaje referencial y comprobado
con las “evidencias” que revela la televisión. De esta manera los periodistas
asumen un “derecho auto-conferido y toman la libre decisión, sin
cortapisas algunas, de mapear la realidad distinta a la observada, sin que
exista la mínima oposición o cuestionamiento de parte de la sociedad dejando
entrever la alteración provocada intencionalmente por los medios.
Así transcurre todo y la noticia toma cuerpo de clima de opinión.
Medios, violencia y terror
La acción mediática activada como dispositivo de poder en la estructura
dominante vigente cumple el oficio de adoctrinamiento sin ideología pero
con una metodología de aprendizaje extra muro o “aula sin muros” como
le denominaba McLuhan, quienes diseñan y promueven cantidad exorbitantes
de programas televisivos e impresos mediante estudios previos de
formas comportamentales de los ciudadanos, horario de asueto, de ingestión
de alimentos, horas de reunión familiar, espacios que visitan asiduamente,
actividades proclive por edad, sexo y nivel sociocultural, productos
de mayor consumo, tendencias y preferencias por segmento social y configuración
urbana. Estos aspectos son el cuadrante para esbozar los nuevos
proyectos y programación a circular diariamente, de ahí que muchas veces
nos topamos con cambios en la programación, horarios e incluso sustituir
un actor o comunicador de manera súbita porque así lo demanda el cuadro
informativo recopilado de sus investigaciones previas.
La violencia es uno de los factores de mayor promoción, porque se ha
demostrado que en una sociedad con los hilos asociativos rotos y el eje
conectivo del tiempo fracturado, el pasado y el futuro son dos escenarios
de poco valor y significancia para el sujeto. Muchas sociedades celebran
sus grandes acontecimientos, festejan batallas, libradas, héroes de la independencia,
escritores famosos, ilustres gobernantes con un afán de volver a
conectarse con su memoria, porque el apego al recuerdo, a la historia, al
pasado es un modo eficaz de recuperar y alimentar la confianza (Duby
George, 1995). Las sociedades sin pasado o con pretérito borrado por la
acción del poder militar o imposición del pensamiento único, carecen de recursos
para vivir en comunidad, se fragmentan frecuentemente y los mecanismos
utilizados para resolver las diferencias o conflictos es a través de
actos violentos.
La violencia que visita nuestros días tiene como factores casi determinante
el debilitamiento y desnaturalización del Estado, la persistencia del
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mercado por imponer un modelo de sociedad cuando está imposibilitado
para forjar tamaño reto y el oficio de los medios de comunicación que
incentivan el consumo y hedonismo a través de su programación diaria.
La violencia está manifiesta de distintos modos, difundida de manera
simbólica, verbal, física, racial y estigmatizada como productos re-creados
por los sectores populares, carenciados, negros, minorías sociales cualitativamente
significativas, consumidores de bajo perfil y estorbo para exhibir
la belleza y el ornato pregonado por los creadores de los parámetros occidentales
de la seducción.
La violencia mayormente inducida es simbólica y tiene su base en la
contradicción entre la orientación vertical de los valores y la disposición
horizontal de los signos. Así, de cerca el concepto de “orden” se ve fácilmente
que no es la expresión de algo metafísico, sino una constelación de
signos físicos impuesta por alguien a otros junto con una interpretación
más o menos comprensible. Tras el “Estado”, por ejemplo están toda una
serie de signos y símbolos así como la fuerza para reprimir a quienes no
pueden o no quieren respetar esos signos” (Romano Vicente, 2004).
En la escala de medición no es posible calcular el impacto de la violencia
simbólica en la subjetividad, pero los efectos hasta ahora contabilizados
son síndromes de nerviosismo, neurosis y agresividad, que mella las arcas
de los fondos públicos porque son enfermedades o epidemias que están
presentes en muchas familias necesitadas de atención por la cobertura de
hospitales públicos. Asimismo, el retraimiento de los niños y jóvenes de los
círculos de convivencia y reproducción social han llegado a convertirse en
pandemia colectiva que no sólo insulariza al sujeto, sino lo orilla a estados
neuróticos y susceptibles de responder con agresividad. Las cifras no son
comunes, pero los datos más apropiados para ilustrar son los de la Asociación
de Telespectadores y Radioyentes de España donde revela lo siguiente:
los niños en edad escolar ven en la televisión cada semana 670 homicidios,
15 secuestros, 848 peleas, 420 tiroteos, 15 secuestros de menores, 11
robos, 8 suicidios, 32 casos de captura de rehenes, 30 de tortura, 18 de
drogas, 13 intentos de homicidios, 20 episodios bélicos, 11 desnudos y 20
emisiones eróticas. Si multiplican esas escenas por 52 semanas del año nos
arroja estas cifras espeluznantes: 34.840 homicidios, 780 secuestros, 44096
riñas, 21.840 tiroteos, 572 robos, 416 suicidios, 1,664 casos de captura de
rehenes, 1,560 de tortura, 936 de drogas, 676 intentos de suicidios, 1,040
episodios bélicos, 772 desnudos, 1,040 emisiones eróticas. Todo ello sin
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agregar los videos juegos ni los actos de violencia de los programas informativos
(Ídem).
La guerra desatada contra el terrorismo, el crimen organizado y los movimientos
populares antisitémicos son blancos de los medios para enaltecer
la violencia , pero cada uno tiene una intencionalidad y direccionado de
manera distinta, cuando atiende los asuntos de los movimientos sociales,
las protestas populares, piquete o cierre de caminos, puentes o vías estratégicas,
divulga las manifestaciones políticas como violencia porque atenta
contra el libre tránsito, la vialidad expedita o daña la imagen de algún evento
oficial, sin embargo ha tocado ver casos en que esas mismas tácticas de
protestas la realizan los sectores agraristas o terratenientes, grandes productores
del campo, como fue en Argentina 2008 y 2009, controlan el
sentido y muestran como intolerancia del gobierno para atender a quienes
“proveen los alimentos del campo”. Lo mismo acontece con movilizaciones
estudiantiles, alza de insumos para campesinos, despidos masivos de
fábricas o empresas. La televisión divulga la conducta violenta de los pobres,
los desposeídos, la intolerancia y poca cultura cívica de los demandantes
y muchas veces han exigido a gritos persistentes la aplicación de
mano dura, intervención del ejército y el desalojo por la fuerza pública.
La barra de programas exhibida cuenta con excesivos ingredientes que
revelan exclusión, denigración, repulsa y desprecio por los grupos sociales
de piel de color negro, rasgos indígenas, mancos, cojos, tuertos, pobres e
indigentes. Nos asomamos a ver los culebrones telenovelescos y es común
observar que el personal que trabaja en las actividades domesticas casi
siempre es negro o de rasgos indígenas, obesa y de edad avanzada y cuando
se das el caso de ser joven, es coqueta, madre soltera y/o de conducta
casquivana, frívola y provocadora; la protagonista es rubia y delgada, con
estudios universitarios y con recursos económicos. En casos donde la trama
involucra robo, asesinato, secuestro y violación el artífice del delito
tiene características similares a la antes descritas.
Es violencia simbólica observar en la pantalla el uso y sentido asignado
al discapacitado, también los programas de comedia y cuenta chistes refieren
la historia burlándose del tartamudo, manco, cojo, indio, negro, chino
o de estaturas pequeñas. En conclusión, estamos ante unos medios insolentes,
violentos, discriminadores, elitistas, excluyentes y guasones que
irrespetuosamente violan las leyes de comunicación, y la Constitución bajo
el amparo de los gobiernos neoliberales; lo más insólito es el cobro al teleauditorio
por ver la programación denigrante, porque es la televisión de
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paga la que mas promociona y publicitan estas escenas bochornosa para la
sociedad.
El reporte del Observatorio de Medios del área centroamericana de la
fecha 15 de noviembre a 10 de diciembre de 2008 registró las notas rojas
de los periódicos y televisión del área y reveló aspectos nutrientes incentivadores
de violencia en los jóvenes y niños, asimismo reseña los actos
inducidos y/o publicitados que invitan a delinquir, como los motociclistas
irrespetuosos de las señales de tránsito, describen los hechos delictivos
asignándole o resaltando el apodo del delincuente y muchas veces obvian
su identidad, los temas más destacados están vinculados con consumo o
distribución de drogas, los bienes adquiridos por el implicado obtenido de
la actividad ilícita, accidentes de tránsito, imágenes sangrientas de muertes,
atropellados y accidentes, estridencia en los titulares muchas veces degrada
o burla la desgracia humana, narraciones dantescas donde el sentido de
informar no es prioridad, sino el de impactar.
Desarticulación del sujeto y desimbolización del lenguaje
El sujeto histórico, con propiedad en el manejo de la política, centrado
en las acciones que trascendían en la historia y asociado en comunidades
reproductoras socialmente de discurso, de relaciones intersubjetivas y lazo
social, fue opacado con el advenimiento de la globalización y el modelo
neoliberal, principalmente por el desmedro que sufrió el Estado y la diáspora
manifiesta en muchos núcleos de la sociedad contemporánea cuando
los individuos tuvieron que resolver asuntos de competencia estatal. Justo
aquí aparece la autoafirmación de la persona en detrimento del sujeto colectivo;
El acto tuvo prioridad ante la acción y la necesidad de enlazarse
con el otro pareció inútil y sin significancia para obtener éxito o alcanzar
meta.
El auto aprendizaje, el autoempleo, la autocomplacencia, autosuficiencia
en todo y desmérito en el trabajo en conjunto. Existe una mutación
antropológica donde todo garante simbólico de los intercambios entre los
hombres tiende a desaparecer, lo que abre las puertas para una alteración
de la condición humana. Estamos ante la fabricación del nuevo hombre
con ideología distinta y dispuesto a desprenderse de toda atadura coercitiva,
introduce con su actuación una nueva jerarquía en sus prioridades, todo
lo ve posible de alcanzar y obtener a través del dinero y el conjunto que lo
rodea es un conjunto de mercancías adquiribles.
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Este nuevo individuo, con su comportamiento, atenta contra los postulados
y fondo filosófico del sujeto, al confrontar y negar los argumentos
Kantianos cuando afirmaba: “Todo tiene o bien un precio, o bien una dignidad. Lo
que tiene un precio puede reemplazarse por su equivalente; en cambio, lo que no tiene
precio y por lo tanto tampoco equivalente, es lo que posee una dignidad” (Dufour,
2007). Estamos ante un individuo erigido sobre la existencia y resistencia
proporcionada por el dinero, desprovisto de valores y vulnerado en su
dignidad, con habilidades para desimbolizar el lenguaje con el cual sobrevive,
para él es lo mismo vender una pan, una casa, un animal, un hijo, un
órgano, un servicio sexual, una caricia, una nota escolar o drogas.
La desimbolización, es una consecuencia del pragmatismo, el utilitarismo
y el “realismo” contemporáneo que intenta “desgrasar “intercambios
funcionales de la sobrecarga simbólica que pesa sobre ellos. La desimbolización
indica un proceso cuyo objetivo es desembarazar el intercambio
concreto de lo que excede y al mismo tiempo lo instituye: su fundamento...
así, el individuo liberal designa la condición de un hombre “liberado”
de todo apego a esos valores... quitándole a los intercambios el componente
cultural que siempre es particular. Esta desimbolización en curso hoy
adquiere tres formas: venal, generacional y nihilista. (Ídem)
La “muerte” del sujeto, en el lenguaje desimbolizado del individuo
fragmentado y el fin de las comunidades, es el nuevo escenario de la sociedad
de hoy, desde la perspectiva del mercado. El hombre insular, atomizado,
envuelto en el encierro privado y obnubilado de los desafectos es una
amenaza para la democracia, porque la apatía des-referencia a las instituciones
y por ende pierden el sentido de su existencia; los apegos a las modas,
la publicidad, el sensacionalismo y convertirse en un signo vaciado de
contenido, es la mayor anulación a la creatividad y capacidad para cementar
comunidades o redes asociativas; el dialogo mediado por la tecnología, ya
sea celular o digital, mutila la construcción de lazos sociales, por los monosílabos
impiden crear argumentos, limitan la capacidad seductora del discurso
y distorsiona el lenguaje al cambiar signos por palabras.
Estamos ante un pedazo de la historia en que la antropología humana
mutó de formato, alteró el ajedrez de las piezas que dotaba de organicidad
a la sociedad y las inserciones teleinformáticas dieron pie a otro mapa social,
algunos denominan la generación posmoderna, otros postalfabetica,
(Berardi, Franco, 2007) no dejan de aparecer nombres como el hombre
digital, la comunidad electrónica, la telépolis, en fin, muchas clasificaciones,
pero casi todas pintan los rasgos de la siguiente manera.
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Aislado, confuso, sin argumento para reposiciones en la sociedad, acrítico,
desembarazado simbólicamente, consumista, esnobista y psicotizante,
aunque no sea en su totalidad la sociedad de hoy, gran numero portan este
traje confeccionado por la telépolis, que en su afán de ser un nuevo signo
atrayente han desimbolizado el lenguaje también, porque el significado de
una palabra está ligado de manera distinta al pensamiento que pretenden
expresar, por momentos escuchemos frases como horriblemente bella, es
un muchacho inteligente bárbaro, es una bestia trabajando, es una locomotora
sexual, diabólicamente intrépido, perversamente bello, divinamente sangriento,
embriagado del trabajo, orgia de sangre y/o festival de la muerte.
En el plano subjetivo florecen dos tipos de individuos con conductas
patológicas, los jóvenes con actuaciones sin cortapisas, violentas, desprovistas
de valores y dispuesto a correr los riesgos de la vida súbita; en otro
lado de la sociedad, un gremio cargado de miedo, intimidados por los
comportamientos del otro, ensimismado, refugiado en un acuartelamiento
que dibuja la arquitectura donde se cobija el miedo y la inseguridad del
ciudadano.
Miedo y violencia, dos núcleos de atención explotados por los medios,
el mercado aprovecha y los gobiernos manipulan para ejercitar estrategias
de consumo, nuevos emprendimientos inmobiliarios, herramientas de seguridad,
venta de seguros y control social sobre la sociedad del siglo XXI.
Características del sujeto desimbolizado
Está inscrito en la primera generación de la globalización
Aprendió más palabras del internet que de sus padres
Forman y conviven comunidades mediadas por el mundo electrónico
Crean nuevos depósitos de confianza
Sus relaciones son intermitentes y cortocircuitantes
Desimbolizan el lenguaje original y designifican las palabras
Expresan alteraciones psíquicas: Darketos, Emos floggers, skinheads, fresas,
metaleros, heavys, rastafaris, goticos, frikis, Punks y otras tribus urbanas
Relaciones afectuosas precarias
Conviven en espacios in-organizables que prohíja excesivos individualismos,
vida súbita en competencias electrónicas.
Alteración del genoma de las relaciones sociales al insertar dispositivos de
automatismo, informático, lingüístico, tecnológico y financieros en las relaciones
sociales
Asumen la libertad del mercado como libre de coerción y emancipada mentalmente
para obtener todo con el dinero
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Miedo y Pandemias como eje de control social
En los medios de comunicación observamos la intencionalidad en dos
niveles.
A/ la búsqueda incesante por desconfigurar las fuentes de información
y divulgación, cuyo objetivo es monopolizar los canales efectivos por donde
transita la voz pública y la imposición de discursos alarmistas y falsos.
B/ Atender el asunto del sujeto en dos momentos:1/ Desmentalizarlo a
través de la Guerra de 4a Generación como le denomina Freytas (Freytas
Manuel, 2009) y 2/ la desimbolización del sujeto acorde a las necesidades y
exigencias del nuevo mapa social que impuso el control férreo del capital
financiero en el orbe.
Los dos ejes transversales han reconfigurado el orden social y generado
nuevas conflictividades en el ámbito subjetivo, fundamentalmente en los
sujetos jóvenes quienes desechan la observación como cauce para alimentar
el pensamiento, descartan la evidencia primera y por ende el carácter de
realidad externa que posee para condicionar al individuo, elimina toda
acción conjunta por su naturaleza dialogante y prefiere el acto compulsivo,
súbito y cortocircuitante para resolver sus problemas.
Los ejes transversales descritos proponen a la sociedad confrontaciones
subjetivas alejadas de la lucha de clases con el objeto de opacar la realidad
que nos envuelve: la imagen se impone ante el discurso para romper la
debilidad del lazo social existente, difiere por tiempo indeterminado la
cimentación de nuevas comunidades y el fortalecimiento de las existentes
con la intención de fragmentar los núcleos hasta ahora resistentes en la
sociedad.
La ideología fue degradada, vaciada de contenido y vulgarizada como
simple palabrerío sin fortalezas ni evidencias empíricas muchos menos los
recursos técnicos, pero su remplazo es la imagen, cuyo procedimiento es
fijar en la mente de los teleaudientes un hecho, noticia o evento sin historicidad,
carente de organización y roto en lo concerniente al eje conectivo
del tiempo, donde los extremos (pasado y futuro) no tienen significancia y
es menester vivir en el presente perpetuo. Cada vez que transitamos por la
vía de la inseguridad, incertidumbre, desprendidos del eje conectivo del
tiempo y con pensamiento atorado por la imagen el comportamiento será
exhibido por la inmediatez, instantáneo, miedoso, y vulnerable ante toda
contingencia.
Inseguridad y contingencia son dos valores eficaces para el control social;
dos factores indisolubles en la vida cotidiana, dos vectores que se in–
93 –
crustan en la subjetividad e irrigan toda fuente de pensamiento para atemorizar
al sujeto de la sociedad contemporánea.
Vivimos y nos movemos en una sociedad edificada sobre suelo movedizo
donde la inseguridad y contingencia nos abruma con riesgos permanentes
provenientes de fuentes desconocidas y acopio de inventos creadores
de angustia inmarcesible. Rodeado de virus informáticos, actos
terroristas, secuestros, enfermedades letales y resucitadas entre las que se
cuentan el Sida, lepra, fiebre amarilla, fiebre porcina, meningitis, dengue,
desastres naturales en distintas formas de huracanes, tsunami, terremotos,
calentamiento de la tierra, deshielo de los polos, lluvias inclementes, debacle
financiera, desempleo, enajenaciones de bienes públicos fraudulentos,
trafico de drogas, prostitución infantil, desabasto de agua, robos, asesinatos,
accidentes carreteros, robo de infantes entre otras noticias provocadoras
de esquizofrenia dilatada.
Denominamos esquizofrenia dilatada al estado anímico de cualquier persona
que actúa de manera espontánea sin haber dibujado en su mente el
sentido de su acto o acción y el espacio y tiempo no está presente en su
imaginación, cuya manifestación inmediata es la vulnerabilidad, miedo y
permanente acoso de factores invisibles
El miedo sembrado es similar a la anestesia prolongada y es desatado
por los medios a través del ensueño, farsa y ficción que le imponen los
propietarios de las televisoras y cadenas comunicacionales en común acuerdo
con empresarios connotados de diversas industrias y banca, cuando sus
inversiones guardan algún riesgo devenido de la sociedad movilizada.
Por lo anterior, el alarmismo es parte de la cadena del miedo, fundamento
del clima social construido socialmente por los medios para atender
y desestructurar la vida cotidiana. Sabedores son de los efectos nocivos del
miedo, porque su aplicación inmoviliza la acción colectiva y las reacciones
endopáticas, conspira contra la realidad, manipula las mentes y fragmenta a
los colectivos por la ruptura del lazo social remplazado en esos instantes
por la información mediática.
En síntesis, esta fatalidad no es indeterminada, existen opciones para
desplazar la lucha mediática y llevarla al terreno de lo público, los espacios
comunes, de todos, la calle, los parques, los foros abiertos, las universidades
en fin lo que comúnmente conocemos como espacio público. Es la
movilización permanente la mejor estrategia y acción desmanteladora del
miedo sembrado porque el pavor no está realmente en nosotros, reside en
la subjetividad de los grandes financistas temerosos de las movilizaciones
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populares y de los sujetos insumisos en acciones convergentes y cargados
de subjetividades de ruptura para romper las ataduras mediáticas y los espantos
engañosos.
Asistimos a la mayor confrontación que puede revelarse en corto tiempo,
el miedo mediático con naturaleza falsa vs el terror provocante de los
movimientos sociales cuando objetivaban el núcleo del poder y lo asedian
con sus estrategias de lucha, en algunos lugares de América Latina está
exhibiéndose la lucha, principalmente en el eje andino: Bolivia, Ecuador y
Venezuela. En otros países cubiertos con velo gris existen movimientos
latentes y aun no se anuncia la fecha para su actuación reveladora.
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ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE
ALBERTO HORACIO RODRÍGUEZ (RODRIGUEZGALEY@GMAIL.COM)
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