Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

sábado, 31 de marzo de 2018

“El Estado es una gran aspiradora de datos personales”

Beatriz Busaniche, de la Fundación Vía Libre
La experta recomienda evitar, si es posible, la descarga de aplicaciones. Y advierte sobre el riesgo del uso político de los datos personales: el gobierno porteño podría utilizar la información que captura para esos fines, como el caso de Facebook y Cambridge Analytics.

jueves, 29 de marzo de 2018

Emma González, la bruja que los poderosos temen

Por Jorge Majfud

Diferente a otras matanzas absurdas en escuelas secundarias de Estados Unidos, la de Parkland ha producido una ola de manifestaciones masivas a lo largo de Estados Unidos y en varias partes del mundo. El temor: sólo la juventud estadounidense podrá lograr algún cambio social en este país, aunque más no sean unos tímidos cambios en comparación al terremoto de los años sesenta, los cuales luego fueron casi aniquilados por la reacción conservadora de la era Reagan-Thatcher. O casi, porque si en este país existen más libertades individuales que entonces, fue por esos demonizados movimientos de resistencia social y no por ninguna guerra contra algún pequeño y lejano país.
Los sesenta dejaron mucho, aunque luego fueron gradualmente desprestigiados por la reacción y la propaganda conservadora que, según todas las mediciones, aumentó la desproporción de la acumulación de riqueza en este país, ahora concentrada casi toda en una micro minoría, mientras decenas de millones de trabajadores y estudiantes no tienen más que deudas, decenas de miles mueren por año debido a las drogas o al suicidio (mueren más soldados al regresar que en el campo de batalla; conocí el drama personal de más de uno), y decenas de miles mueren por armas de fuego. En Estados Unidos, sólo los niños (esos que reciben fusiles para sus cumpleaños y los Boy Scouts promueven como símbolo de libertad y masculinidad) matan más personas, por accidente, que todos los terroristas juntos, pero de eso ni una sola palabra en ningún apasionado debate político.
Si este país en las últimas generaciones ha logrado ciertas libertades, no se debe a los soldados en Vietnam, como lo afirma el sagrado cliché, sino a aquellos valerosos organizadores de luchas sociales como Luther King o César Chávez. La guerra de Vietnam se perdió miserablemente y, aparte de millones de muertos, no dejó nada positivo para este país. Menos libertades y derechos. En cambio, la revolución feminista de Occidente, de los negros en el Sur de la Unión y de los jornaleros de California sí, dejaron resultados concretos, aunque hoy estén en tela de juicio por parte de la última reacción, que tal vez no sea otra cosa que un manotón de ahogado de un orden que se tambalea.
Uno de los rostros visibles del más reciente movimiento es el de Emma González, sobreviviente de la matanza de Parkland e hija de cubanos exiliados. Emma representa a muchos otros cubano-estadounidenses de su generación, jóvenes liberados de la paranoia y obsesión por la derrota de Bahía de Cochinos que, de cualquier forma, debe convivir con elementos de la vieja generación, alguno de los cuales son considerados terroristas hasta por el FBI pero de cualquier forma caminan libres por Miami.
Uno de los pocos escritores e intelectuales representantes de este grupo, la escritora Zoe Valdés, se ha referido a Emma González como una comunista “machorra”. La acusación no es novedosa. A lo largo de la historia, los grupos más reaccionarios, las tradicionales clases dominantes de América latina e, incluso, de Estados Unidos (diría que en menor grado) han ejercitado el macartismo según el cual todo crítico capaz de decir sus verdades incómodas al poder dominante es, automáticamente, un comunista. Incluso, no importa si esas verdades están objetivamente documentadas. Si afirmas que el golpe de Estado en Guatemala de 1954 fue orquestado por la CIA y la UFC contra un gobierno democrático, eres comunista. Si dices lo mismo de Chile en 1973, marxista-leninista, etc.
Sin embargo, a los comunistas no hay que señalarlos. Por lo general, los comunistas se reconocen como tal. Los fascistas, racistas y machistas, en cambio, no. Hay que adivinarlos o deducirlos según sus dichos y acciones.
Ahora, que una joven y millones de jóvenes marchen por sus vidas y cuestionen con determinación la religión de las armas, que no encajen en el impuesto estereotipo (prefabricado y reducido a una caricatura) del patriota, en los límites estrechos de los mitos sociales, que no sigan los caminos trazados por las vacas sagradas rumbo al matadero, los convierte en peligrosos comunistas. Pero me parece que esa costumbre de etiquetar como comunista a todo crítico inconforme, a todo demócrata radical, es un poco exagerada. Miami, en cambio, está lleno de excomunistas que un día se dieron cuenta, como por una súbita revelación, del gran negocio (económico y moral) que resultaba envolverse en la bandera del ganador y se cambiaron de bando o se volvieron más cowboys que John Wayne.
La escasez de recursos intelectuales de quienes sacan la palabra mágica (comunista) como quien saca un revólver, es bien conocida. Hace unos años, el padre cubano del senador y candidato a la presidencia, Ted Cruz, afirmó que la teoría de la Evolución era una perversión del marxismo. Incluso la Teoría del cambio climático, que amenazaba las ganancias de las superpetroleras, hasta hace poco era producto de esa mala gente.
Esta generación (una parte significativa) ha tenido el valor de decir Basta. Y lo ha dicho de una forma escandalosa para una sociedad fanática: “basta de rezos y de condolencias”. Por eso deben demonizarlos como comunistas o peligrosos revoltosos, lesbianas o conspiradores, como en los años cincuenta los sureños marchaban con carteles denunciando la inmoralidad de los activistas con carteles que afirmaban que “la integración racial es comunismo” mientras les pedían a sus gobernadores que salvaran la “América cristiana”.
Los ataques a Emma revelan cierto nerviosismo ideológico. (Un candidato republicano la definió como “lesbiana skinhead”. Ella se asume como bisexual. No es rebelde por ser lesbiana, sino por tener la valentía de asumirse como es en una sociedad hostil y, no pocas veces, hipócrita.) Emma representa el cambio, no sólo por ser joven, bisexual, y una incomodidad insoportable para la poderosa Asociación del Rifle, sino también por ser parte de una generación que puede representar un momento crítico en la historia de este país y del mundo. Los hombres y las mujeres (sobre todo los hombres) han escrito las leyes y las constituciones. Los hombres y las mujeres (sobre todo las mujeres) pueden y deben volver a escribirlos según las necesidades de los vivos, no de los muertos.
Ni Zoe Valdés ni nadie tiene ninguna autoridad moral para criticar a esta joven con coraje. Todo lo demás son clichés de la Guerra Fría que la nueva generación no se traga tan fácilmente. Son miedos propios de los superpoderes, que no son poderes absolutos y lo saben cuando un repentino temblor les mueve la mejilla.
Los años siguientes veremos una lucha existencial entre la reacción de la ola neo-patriarcal, nacionalista, racista e imperialista (unos caricaturescos años ochenta todavía en ascenso, hoy en el poder político), contra una generación más joven, de a pie, lista para resistir las narrativas que ocultan los verdaderos problemas del mundo, dispuesta a no creer más en mitos que ni siquiera funcionan, con la suficiente rebeldía como para decir algo tan simple como Basta.

* Escritor uruguayo, profesor en Jacksonville University, College of Arts and Sciences, Division of Humanities.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Cómo ganar elecciones contando “me gusta”

Radiografía de Cambridge Analytica, la firma que robó 50 millones de perfiles de Facebook
Usando modelos computacionales y psicología cognitiva, CA pudo construir un perfil de la personalidad de cada uno de los 250 millones de votantes en las elecciones de EE.UU.

lunes, 26 de marzo de 2018

Streaming, ¿amigo o enemigo?

Las plataformas online están impulsando espectáculos más creativos
Según artistas y productores jóvenes, Netflix o Spotify son tanto competencia como una excusa para alimentar la creatividad.

miércoles, 21 de marzo de 2018

El liberalismo coloniza en la red

Por Eduardo Febbro

La crisis de la primera red social del planeta es un acto de justicia que la humanidad se merece. El oportunismo delirante de los responsables de Facebook, el revitalizado proyecto político de la derecha radical y la complicidad alucinante de los usuarios configuraron uno de los robos y violaciones más desastrosas de la historia de la humanidad. Mal les pese a los tecnogenéticos, Facebook y las demás empresas del ramo se robaron una idea maravillosa, internet, con el único fin de extender la dominación liberal del mundo. Occidente creció a la par de la colonización y ahora las redes modernas reinventaron una nueva forma de colonización: ya no se trató más de colonizar un territorio sino que la red es el territorio mediante el cual el liberalismo extendió la nueva colonización. Silicon Valley es un sistema dictatorial cerrado y no un paraíso desde donde salen los conceptos de una humanidad renovada. Los algoritmos de Facebook tienen dos fines: formatear, censurar, manipular, dirigir, expandirse y hacer dinero. Poco le importan al señor Mark Zuckerberg (foto) nuestras alegrías, nuestros llantos o nuestros secretos: solo lo mueve el hambre de ver sus acciones subir y subir. En la red, nuestras vidas son monedas que se acumulan y no perfiles de una humanidad que comparte sus pasiones y relaciones. 
La pasividad de los usuarios ante las continuas revelaciones sobre el quebrantamiento masivo de la intimidad y la monetización de sus datos personales, la inoperancia de los sistemas jurídicos de mastodontes auto congratulados como la Unión Europea, la incapacidad o la vagancia ante el reto de crear redes sanas y alternativas, la debilidad de los Estados del Sur y el atraso de las izquierdas cuando se trata de reflexionar sobre las nuevas tecnologías y los desafíos que estas introducen en la libertad humana y en la reformulación del modelo social, la fascinación ante el juguete tecnológico y el proyecto de la derecha planetaria se mezclaron en una danza mortífera. 
En la crisis de Facebook se combinan todos los ingredientes que demuestran su pusilanimidad y su indiferencia ante quienes fueron los arquitectos de su riqueza, es decir, los usuarios. Las revelaciones que el ex agente de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) Edward Snowden difundió en 2013 en el diario de The Guardian ya habían probado hasta el hartazgo la connivencia de Google, Apple, Facebook, Yahoo! o Microsoft con los servicios de inteligencia o los sectores privados que hacen dinero con los datos personales o promueven ideologías retrógradas. Todo terminó en un gran silencio que este escándalo saca de las catacumbas de la indiferencia. El caso es de una gravedad destructora: se trata nada más y nada menos de empresas privadas que usaron los datos de 50 millones de usuarios de Facebook con la meta de manipular políticamente a los ciudadanos. La derecha más añeja le ganó a los progresistas de las tecnologías y a los poetas de las ideologías. En Estados Unidos, la consultora Cambridge Analytica obtuvo y se sirvió de los datos como arma de influencia en la campaña electoral de Donald Trump. En Gran Bretaña, la filial de Cambridge Analytica, Strategic Communication Laboratories (SCL), especializada en las acreditadas “estrategias de influencia” destinadas a organismos gubernamentales y sectores militares, procedió igual. Se apoyó en los datos para volcar el referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en el seno de la Unión Europea del lado del “Leave”, o sea, el ya conocido Brexit. Si se miran bien las cosas, Facebook y el Big Data presiden la reconfiguración de la política mundial, marcada en los últimos dos años por el Brexit y la elección de Trump. La ultraderecha navega a su antojo. Cambridge Analytica usa la masa de los Big Data para confeccionar un pastel de mensajes y formateos de mucho alcance. En 2014, el investigador Aleksandr Kogan (Cambridge), tuvo la idea de crear un test de personalidad al que respondieron casi 300 mil usuarios de Facebook. Esos datos y todos los “links” que van con ellos fueron remitidos por Kogan a Cambridge Analytica. Esta empresa desempeñó un papel igualmente preponderante en las elecciones en Kenia y luego en las primarias del partido Republicano en Estados Unidos a favor de Ted Cruz. Y si aún quedan inocentes que persisten en cerrar los ojos ante la victoria aplastante de la derecha mundial con el puente de las nuevas tecnologías, bastaría con agregar que el principal accionista de Cambridge Analytica no es otro que Robert Mercer, un multimillonario de perfil muy bajo que es, también, accionista del portal de extrema derecha Breitbart News. Y no es todo: en el consejo administrativo de Cambridge Analytica aparece otro ultraderechista distinguido: Steve Bannon, el nuevo ídolo de los populistas globalizados y ex director de la campaña electoral de Trump. 
Los apóstoles del racismo, la xenofobia, de la identidad nacional como declaración de guerra, de la soberanía excluyente, de la censura, del cierre de las fronteras y de la guerra comercial se deslizaron en las infinitas sábanas de la tecnología para ofrecernos la pesadilla del Brexit, de Trump, de la violencia contra el otro y de las visiones más atrasadas y tóxicas que la humanidad ha podido diseñar desde principios del siglo XX. La derecha ha obtenido una brillante victoria apocalíptica gracias, también, no sólo a Facebook y sus aliados, sino, también, a nuestra pereza cuando se trata de introducir en nuestro análisis y utilización de las tecnologías la variante política. Hemos actuado como niños con un regalo de Navidad mientras el monstruoso Papá Noel conquistaba y manipulaba nuestra inocencia. Facebook ha dado sobradas pruebas de su inmovilidad, negligencia o complicidad. Los algoritmos de Facebook tienen una repercusión perversa y plantean la pertinencia de la relación entre democracia y red social. La redes nos venden y delinean una suerte de relación que alienta compromisos cuyos resultados son luego reutilizados por otros sectores en la siempre reactualizada cruzada colonizadora de la conciencia humana. Rob Sherman, jefe adjunto del departamento de Privacidad de Facebook, dijo que la empresa se compromete “fuertemente con la protección de los datos de los usuarios”. Una broma retórica de mal gusto. Prueba de ello, Facebook no era inocente: hace tres años se “percató” del robo de los datos de Cambridge Analytica …pero no cerró la cuenta de hasta pasado 17 de marzo. 
No cabe ni la más remota duda de que en la Argentina Facebook ha servido y sirve con los mismos fines al liberalismo gobernante. El primer acto de resistencia moral y política de un progresista digno del siglo XXI consistiría en cerrar inmediatamente su cuenta en Facebook. Esto, sin embargo, parece ser más arduo que obligar a los directivos de la red social a ser más responsables. Estamos ante una alianza liberal ultra conservadora pactada entre sectores políticos y compañías tecnológicas. Es una guerra ideológica sin bombas y debemos dejar de ser los corderos inocentes que contribuyen a las victorias de sus verdugos.

Facebook, en el ojo de una tormenta política

Reino Unido y EE.UU. piden a Mark Zuckerberg que responda por la masiva fuga de datos
Una consultora que asesoró la campaña de Trump utilizó con fines políticos los datos de 50 millones de usuarios de la famosa red social.

 Un cartel en la oficina de Cambridge Analytica en Londres dice: “nuestros datos no son suyos (de Alexander Nix). Que vaya preso”.
A ambos lados del Atlántico se están preguntando dónde está Mark Zuckerberg en torno al escándalo por la desprotección de la información de los usuarios en su red social. Ayer, el Parlamento británico citó al CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, a testificar por el uso con fines políticos de datos personales de 50 millones de usuarios de la red social, por parte de la empresa Cambridge Analytica. Asimismo, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC) lanzó una investigación por el mismo caso. La compañía de análisis de datos había trabajado para la campaña de Donald Trump en 2016. 
Los once diputados británicos que integran el comité de Asuntos Digitales, Cultura, Medios de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes evaluarán si Facebook protegió de forma adecuada la privacidad de sus usuarios. Se trata de una nueva arista dentro de la investigación sobre la propagación de noticias falsas que iniciaron los parlamentarios el pasado noviembre. 
El presidente de ese comité, el conservador Damian Collins, ha remitido una carta a la sede central de Facebook en Menlo Park (California, Estados Unidos), en la que requiere personalmente a Zuckerberg que se presente ante los legisladores para dar cuenta de lo que calificó de fallo catastrófico en la protección de datos. “Es hora de escuchar a un alto directivo de Facebook con la suficiente autoridad para ofrecer una explicación detallada”, señala el responsable de las pesquisas en la carta, en la que le da hasta el próximo lunes de plazo para responder a su requerimiento.  El primer ejecutivo de la empresa, cuya cotización cayó este lunes un 6,67 % en Wall Street, no está técnicamente obligado a comparecer. Sin embargo, una portavoz de la comisión parlamentaria dijo que espera que la presión pública lo lleve a aceptar la citación. 
En Estados Unidos, según el diario The Washington Post, la FTC podría dictaminar una multa contra Facebook de 40.000 dólares por día de violación de las normas de privacidad. La investigación de la comisión está centrada en si Facebook rompió los términos de un acuerdo de 2011 con el organismo sobre privacidad, uno de los cuales trataba sobre las reglas para la provisión de datos a terceras partes. Ese año Facebook había accedido a obtener el consentimiento de sus usuarios antes de realizar ciertos cambios en la configuración de la privacidad, como parte de un arreglo al que llegó con la Justicia después de que se determinara que había obligado a los usuarios a compartir más información personal de la que pretendían. 
Mark Zuckerberg ha guardado silencio desde el surgimiento del caso, aunque Facebook anunció que suspendió sus lazos con Cambridge Analytica mientras se investigan las acusaciones. La cotización de las acciones de la red social profundizó su caída ayer luego del anuncio de la FTC. La fortuna de Zuckerberg se había reducido unos 5.100 millones de dólares el lunes, luego de que legisladores demócratas y republicanos pidieran investigar el caso y que el empresario testifique en el Congreso. 
El presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, también se sumó a la citación del parlamento británico e invitó a Zuckerberg a hablar ante los legisladores de la UE. “El organismo investigará a fondo, convocando a las plataformas digitales a brindar explicaciones”, tuiteó.
El escándalo comenzó el viernes pasado cuando Facebook suspendió la cuenta de Cambridge Analytica tras descubrir que la empresa había violado su política de privacidad. El presunto responsable fue el profesor de psicología de la Universidad de Cambridge, Aleksandr Kogan. “Nos mintió y violó nuestras políticas de plataforma al pasar datos de una aplicación que utilizaba Facebook Login a Cambridge Analytica, una empresa que hace política, trabaja para el gobierno y en el sector militar en todo el mundo”, sostuvo la Facebook en un comunicado.
Kogan había desarrollado una aplicación que ofrecía un servicio de predicción de la personalidad con fines académicos, que fue descargada por unos 270.000 usuarios de la red social. Estos dieron su consentimiento para que la aplicación accediera a su información personal y a la de sus contactos, algo que estaba permitido por Facebook. Así, de acuerdo con informaciones del periódico británico The Guardian, cualquiera que completaba la encuesta abría la puerta de acceso a los datos de en promedio unos 160 usuarios más, con lo que el universo alcanzado por la aplicación se amplió a 50 millones de personas. Estos datos se usaron para desarrollar un software para predecir las decisiones de los votantes norteamercianos e influir en ellos, detalló el diario The New York Times.
Analistas coinciden en que es la propia plataforma de Facebook la que –con fines publicitarios– brinda las herramientas para segmentar las audiencias en función de sus gustos (sociales, etarias, geográficas, políticas y hasta sexuales) y para amplificar los mensajes, funciones que luego son aprovechadas con fines políticos. Además, se ha vinculado este nuevo incidente con el escándalo sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016. En dicho caso, se acusa al Kremlin de haber utilizado la red social para distribuir información falsa y tendenciosa entre millones de votantes norteamericanos. 
Cambridge Analytica negó oficialente haber cometido algún ilícito. Pero en un informe del canal británico Channel 4, el CEO de la empresa, Alexander Nix, reconoció haber realizado maniobras de campaña poco éticas (ver aparte). La cadena emitió el lunes por la noche imágenes registradas con cámara oculta en las que Nix sugiere que puede tender trampas a candidatos políticos para influir en procesos electorales.

martes, 20 de marzo de 2018

La compañía del escándalo de Facebook también anduvo por Argentina

Según una cámara oculta de un noticiero británico
El noticiero británico Channel 4 develó que la empresa de consultoría política Cambridge Analytica, acusada de diseñar la campaña presidencial de Trump en base a datos de Facebook, habría operado en la Argentina y en más de doscientas elecciones de todo el mundo. Zuckerberg, el fundador de la red social, fue citado a declarar por el Parlamento británico.
El escándalo por la filtración de datos de 50 millones de usuarios de Facebook que involucra al presidente estadounidense Donald Trump y a la compañía Cambridge Analytica (CA) también salpicaría a la Argentina. La consultora política, acusada de usar una aplicación para obtener datos de Facebook de los votantes y diseñar la campaña presidencial de Trump, también habría trabajado en elecciones argentinas, según lo develaron sus ejecutivos en una cámara oculta de la cadena británica Channel 4. 
"En las reuniones, los ejecutivos se jactaron de que CA y su empresa matriz Strategic Communications Laboratories (SCL) habían trabajado en más de doscientas elecciones en todo el mundo, incluidas las de Nigeria, Kenia, República Checa, India y Argentina", aseguraron en el video difundido por el noticiero británcio. 
A esa información llegaron a partir de una cámara oculta en la que se ve al creador de la compañía, Alexander Nix, contando varios delitos -desde la posibilidad de fraguar ofrecimientos de coimas a candidatos opositores, hasta enviarle "chicas ucranianas" para filmarlos y luego exponerlos en las redes; más el agregado de producir fake news (noticias falsas) en Facebook y perfilar targets de posibles votantes.
La consultora Cambridge Analytica fue creada en 2013 y obtuvo en 2014 la información de más de 50 millones de usuarios de Facebook para construir un programa informático.Su aplicación Thisisyourdigitallife ofreció una prueba de predicción de personalidad, amparándose bajo la fachada de "una aplicación de investigación utilizada por psicólogos".
La empresa combinaba el análisis de las personalidades de usuarios con los datos demográficos para predecir el comportamiento masivo, datos sumamente útiles usados para desarrollar técnicas de apoyo a la campaña proselitista del ahora presidente de Estados Unidos. 
La conmoción mundial tras conocerse la filtración masiva no cesa. Después de que se desplomaran las acciones de Facebook en un 7 por ciento, el Parlamento europeo iniciará una investigación para aclarar lo sucedido y varios senadores norteamericanos citaran a Zuckerberg. Además, el Parlamento británico hizo efectivo hoy el llamado a declaración de Zuckerberg por la filtración de datos. El organismo de supervisión de datos informáticos de Gran Bretaña citó al fundador y primer ejecutivo de la red social para que dé explicaciones sobre el caso. 
El presidente del Comité de Asuntos Digitales, Cultura, Medios de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes, Damian Collins, le mandó una carta a Zuckerberg en la que le requiere que comparezca para ofrecer "evidencia oral" sobre el caso que destaparon los diarios "The New York Times" y "The Observer". También informó que solicitará una orden judicial para registrar cuanto antes las computadoras de Cambridge Analytica (CA) por su falta de cooperación en la causa. 
"Es hora de escuchar a un alto directivo de Facebook con la suficiente autoridad para ofrecer una explicación detallada sobre este catastrófico fallo de procedimiento", señala la carta, dirigida a la sede central de la red social en California, en la que además sostiene que los trabajadores de Facebook dieron respuestas "engañosas".
"Las respuestas de sus trabajadores han subestimado los riesgos de forma consistente", advirtió el presidente del comité parlamentario, que recalca que ha cuestionado "de forma repetida" a la firma estadounidense sobre cómo "adquiere y conserva" los datos de los usuarios.

Los custodios cibernéticos del gobierno de Cambiemos

Informe de Amnistía Internacional sobre agresiones coordinadas en redes sociales
La organización de derechos humanos analizó y describió el accionar de los trolls en las redes sociales, que se activan ante posiciones críticas al Gobierno por parte de periodistas o de defensores de derechos humanos. Quiénes son y cómo operan.

Fake news contra Amnistía

Por Victoria Ginzberg
El mensaje con información falsa sobre la directora ejecutiva de Amnistía, Mariela Belski.
El caso de Mariela Belski, directora ejecutiva y vocera de Amnistía Internacional en la Argentina, es uno de los ejemplos de ataques de la cibertropa vinculada al gobierno que menciona el informe del organismo de derechos humanos. La agresión documentada se produjo luego de que Sergio Maldonado, hermano de Santiago, diera una conferencia en la sede de la organización. Los siete días posteriores a este hecho hubo en Twitter un record de menciones en las que se le adjudicaba a Belski haber trabajado con la entonces Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Cabó, algo que era falso. “La intención de esta acción coordinada fue generar un efecto negativo sobre la figura de Belski y conforme el análisis del caso se muestra que fue impulsada por usuarios con identificación directa con el gobierno”, señala en informe. AI revela que la información falsa surgió de dos cuentas (@loladlaguarda y @buchonsito01) que sembraron un contenido que fue retweeteado sistemáticamente sin lograr generar una conversación orgánica significativa. AI informó además que Belski, por política institucional, no tiene un perfil personal en Twitter, por lo tanto sus menciones en esa red social son muy reducidas. En general, su nombre aparece luego de alguna participación en medios de comunicación, pero no de forma muy significativa. En los días analizados a partir de la campaña de fake news, el tema tuvo 153 tweets originales y 4452 retweets. Los dos tweets de los usuarios de los que “surgió” la información representan el 66 por ciento total de las interacciones generadas. “La observación de los usuarios que con mayor autoridad en la red participaron de la escalada de difamación contra la defensora de derechos humanos muestra un claro vínculo temático y político con el oficialismo”, asegura Amnistía.

domingo, 18 de marzo de 2018

Las noticias falsas se propagan más y más rápido que las verdaderas

Philip Ball 

14/03/2018

Un estudio sobre el intercambio de información en Twitter muestra que las personas somos más propensas a difundir contenidos cuando son falsos.
Las noticias falsas se comparten más y más rápido que la información veraz. Esa es la conclusión a la que ha llegado un estudio que ha examinado la circulación de 126.000 noticias entre 3 millones de usuarios de Twitter.
«Se trata de la descripción más completa que tenemos hasta ahora de la difusión de información verdadera y falsa en redes sociales», asegura sobre el nuevo trabajo Dean Eckles, científico social del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) que no participó en la investigación.
Las noticias falsas son tan antiguas como los chismes, pero su proliferación se ha vuelto particularmente problemática en la era de las redes sociales. Algunos bulos amplificados en Facebook y Twitter, como que el papa Francisco respaldó la candidatura de Donald Trump a la presidencia de EE. UU., han sido acusados de condicionar resultados electorales, entre otras consecuencias de primer orden.
El papel que han desempeñado las noticias falsas en cuestiones como la sorpresiva victoria de Donald Trump en 2016 o el voto británico sobre el Brexit se halla sujeto a un intenso debate. Analizar el fenómeno requiere entender cómo se propaga este tipo de información, señalan Sinan Aral y su equipo del MIT, cuyos resultados se han publicado en Science.
En su estudio, los investigadores tomaron un amplio conjunto de noticias difundidas en Twitter y las clasificaron como verdaderas o falsas a partir de la información proporcionada por seis fuentes reconocidas de verificación de hechos. En concreto, analizaron la difusión de 126.000 noticias compartidas entre 3 millones de usuarios de Twitter entre 2006 y 2017, usando para ello datos suministrados por la compañía.
Sus resultados muestran que las noticias consideradas ciertas se extendieron más despacio que las falsas y llegaron a menos personas. Mientras que las historias verdaderas más populares raramente alcanzaron a más de 1.000 usuarios, el 1 por ciento de las noticias falsas más difundidas llegaron a entre 1.000 y 100.000 individuos. Además, los bulos que se expandieron a 1.500 personas lo hicieron seis veces más rápido que las historias reales. Según una modelización de los datos, las noticias falsas tenían un 70 por ciento más de probabilidades de ser retuiteadas que las verdaderas.
Somos las personas, no los bots
El equipo de Aral usó un programa para detectar automáticamente las cuentas de Twitter gestionadas por bots (programas que llevan a cabo tareas automatizadas), a los que suele achacarse un papel relevante en la propagación de bulos. Sin embargo, incluso al sustraer el efecto de estas cuentas, las noticias falsas seguían difundiéndose más rápido que las verdaderas. Es decir, el fenómeno parece tener su origen en el comportamiento humano, no en los algoritmos.
Para entender por qué, los investigadores cuantificaron la «novedad» de los tuits y encontraron que los bulos destacaban entre un corpus aleatorio de mensajes. Un análisis de las palabras contenidas en ellos sugiere que las noticias falsas infunden miedo, aversión y sorpresa, mientras que las verdaderas son más propensas a despertar sentimientos como tristeza, alegría y confianza, entre otros. Tales características, especialmente su mayor «novedad», harían las noticias falsas más atractivas, argumentan los autores.
¿Implican estos hallazgos que existe una fórmula para confeccionar noticias falsas lista para ser explotada? Duncan Watts, experto en redes sociales de Microsoft Research, lo considera poco probable. Varios trabajos previos han indicado que resulta difícil relacionar el contenido de una información con su grado de penetración, por lo que Watts cree que seguirá siendo complicado predecir el alcance de una historia concreta.
La menor difusión que parecen tener las noticias fidedignas podría también deberse a que, en estos casos, los usuarios comparten un enlace a una fuente primaria, en lugar de hacer un simple retuit, apunta el experto. De ser así, las noticias verdaderas se extenderían en cascadas de poco tamaño, mientras que los bulos lo harían de manera mucho más abrupta.
Watts no niega que las noticias falsas sean un problema, pero sugiere tomar los resultados con precaución. Varios estudios parecen confirmar que la mayoría de las personas, ya sean de talente moderado o radical, consumen abrumadoramente noticias legítimas procedentes de fuentes consolidadas. «Creo que entrar en pánico por la difusión de noticias falsas en Twitter es una reacción equivocada», concluye el experto.
Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con el permiso de Nature Research Group.
Referencia: «The spread of true and false news online». Soroush Vosoughi, Deb Roy y Sinan Aral en Science, vol. 359, n.o 6380, págs. 1146-1151, 9 de marzo de 2018.
es un físico, químico y divulgador científico británico. Durante más de veinte años ha sido editor en la revista Nature
Fuente:
https://www.investigacionyciencia.es/noticias/las-noticias-falsas-se-propagan-ms-y-ms-rpido-que-las-verdaderas-16205

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