Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Rifkin: “La economía del compartir es el primer sistema económico desde el capitalismo y el socialismo”

Por 

Fuente: https://retina.elpais.com/retina/2019/11/29/talento/1575021144_555323.html?ssm=TW_CC

Jeremy Rifkin predijo los efectos de la automatización antes que nadie y advirtió de que internet cambiaría para siempre la economía. Hablamos con el hombre que entendió y anticipó los grandes cambios tecnológicos de nuestra era



Jeremy Rifkin (Denver, Colorado, 1945) se inició en el activismo medioambiental organizando una protesta en Boston contra las petroleras en plena crisis del 1973. Quién le iba a decir a aquel joven idealista que, casi medio siglo más tarde, publicaría un libro en el que le pondría fecha a la desaparición de la industria de los combustibles fósiles: 2028. Y, más difícil todavía, que los gobernantes de los países desarrollados se lo tomarían en serio: China, Francia, Alemania, Corea del Sur o España (con José Luis Rodríguez Zapatero) son algunos de los países a los que ha asesorado. 

Tienen motivos para acudir a él. Autor de una veintena de ensayos, Rifkin ha dado en el clavo en más de una ocasión, anticipándose o hasta sentando las bases de debates que más tarde serían clave. Advirtió sobre los dilemas que traería la medicina genómica en La era de la biotecnología (1999), entendió el potencial disruptor de internet cuando todavía parecía una commodity en La era del acceso (2000). Pero el pensador es conocido ante todo por haber sido el primero en abordar el fantasma de la automatización en El fin del trabajo (1995), donde defendió la reducción de la jornada laboral y habló de la creación de una renta básica universal, temas hoy de actualidad. “Las tecnologías de software más sofisticadas van a llevar la civilización a un mundo con cada vez menos trabajo. Surgirá una nueva clase de paro estructural. El proceso ya ha comenzado”, alertó entonces.
“No fui el primero en hablar de la renta mínima, también estaba Milton Friedman. Yo argumentaba que no se entregaría a cambio de nada, sino de trabajar en la economía social. La gente quiere trabajar, contribuir a la sociedad. Bien, porque les necesitaremos a todos. El mundo no puede cambiar solo con la inteligencia artificial o los robots”. La autocrítica de la obra que le encumbró prosigue: “Me equivoqué en algo, entonces era demasiado pronto. Sabíamos que íbamos hacia la automatización casi total del trabajo, lo que no anticipamos es que internet daría lugar a la sharing economy, la economía del compartir. Tampoco supe ver que se necesitarían millones de trabajadores para desarrollar las infraestructuras del futuro hacia el que vamos”, explica el sociólogo y economista. Recogió esos temas en La tercera revolución industrial (2011), su otra obra emblemática, en la que describe la profundidad de los cambios que han traído a la sociedad y a la economía las nuevas tecnologías.
Habla en tono pausado y con un hilo de voz, el que le queda tras una intensa semana por Europa promocionando su último libro, El Green New Deal global (Paidós). Se trata de un manual de instrucciones para transformar completamente el sistema, desde el modelo económico hasta las infraestructuras, y salvar la vida en la Tierra. “Estamos ante la sexta extinción masiva, este siglo perderemos el 50% de todas las formas de vida conocidas.El panel del cambio climático de la ONU dijo en 2018 que teníamos 12 años para reducir las emisiones en un 45% respecto a los niveles de 1990. Ya hemos aumentado la temperatura global en un grado; si superamos el grado y medio se producirán una serie de consecuencias en cadena que ni siquiera podemos anticipar. Hay que actuar”, nos urge con fuego en la mirada.
Empezar de nuevo
Rifkin tiene un plan. El mundo debe apostar masivamente por las energías renovables y gestionarlas con herramientas digitales, lo que las hará más accesibles, eficientes y distribuidas. Los edificios y las viviendas generarán su propia energía limpia, que los ciudadanos intercambiarán a través de redes inteligentes de distribución. Para llegar a ello hará falta una especie de plan Marshall o New Deal, un gran programa de inversiones que estimulará de paso el empleo y que, en este caso, vendrá apoyado por el propio sector privado. Por lo pronto, la Unión Europea y China le han contratado para que les asesore en la transición.
¿Es posible reinventar el mundo en una o dos décadas? “En mi país hicimos la revolución industrial entera en 30 años. Se desarrolló una red ferroviaria, un sistema de telégrafos… Luego, a principios del siglo XX, lo hicimos otra vez en la segunda revolución industrial: se construyó una red de carreteras nacional, se electrificó el país y se le conectó telefónicamente en poco más de dos décadas. Ahora necesitamos hacerlo más rápido y es perfectamente factible”, espeta el profesor de la Wharton School.
Esta vez será más sencillo porque el mercado, asegura Rifkin, está por la labor. “El precio de producción de la energía solar cayó este año por debajo del del gas. Los costes fijos seguirán bajando exponencialmente, como pasó con los chips. Las energías fósiles, mucho más caras de explotar, están de capa caída. Los inversores de todo el mundo ya han retirado de esa industria 11 billones de dólares en cuatro años. Estimamos unas pérdidas potenciales de unos tres billones de dólares por activos que quedarán obsoletos, de los que nadie querrá saber nada: los derechos de explotación dejarán de tener valor, porque no se ejercerán; los combustibles no se extraerán, porque será demasiado caro hacerlo; los oleoductos caerán en desuso”, sentencia. “Hablo con frecuencia con banqueros. No es exagerado decir que la mitad del sector se ha dormido y la otra está entrando en pánico. Todos están ahora revisando sus inversiones. La burbuja del petróleo estallará pronto, se lo aseguro”. Estima que lo hará en 2028 porque es cuando se espera que el 14% de la energía consumida en el planeta sea solar y eólica. Cuando Alemania alcanzó esa cifra, dice Rifkin, la inversión en energía nuclear y combustibles fósiles empezó a caer con fuerza.
La industria del petróleo y de los combustibles fósiles dejarán unas pérdidas de unos tres billones de dólares por activos que quedarán obsoletos”.
Bonos verdes
La tarea de los gobiernos será entonces invitar a los inversores a que compren bonos verdes para financiar la gran transformación. “El dinero busca la rentabilidad, y ahora mismo no tiene a dónde ir. En una situación de bajos tipos de interés, el Green New Deal será una apuesta segura”, defiende.
Rifkin encara con optimismo la metamorfosis sistémica que propugna. A sus 74 años, el espíritu combativo de la juventud le llena de esperanza. “Millones de jóvenes pararon las clases en 130 países para protestar por la crisis climática. Es la primera revuelta planetaria de la historia. La humanidad se está percibiendo por primera vez a sí misma como una especie amenazada”. Algo de eso detecta también en la política. “Alexandria Ocasio-Cortez tiene 30 años, y detrás de ella vendrán muchos más. Los candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos están a favor del Green New Deal”, exclama el Rifkin más activista.
La tercera revolución industrial
Las energías renovables son cada vez más baratas y al mundo le irá bien si las abraza en masa. ¿Pero por qué tanta insistencia en la conectividad? ¿Qué tiene eso que ver con el porvenir de la humanidad? La respuesta se halla en su otro gran bestseller. Si El fin del trabajo le situó en el mapa desde el punto de vista académico, La tercera revolución industrial (2011) le convirtió en gurú e impulsó su carrera como consultor. Según cuenta, el primer ministro chino, Li Keqiang, le contrató tras leerlo para que le ayudara a transformar al gigante asiático. La UE y la agencia de Desarrollo Industrial de la ONU (ONUDI) hicieron lo propio.
Rifkin recogió en ese libro varias ideas recurrentes en su obra (apuesta por las renovables, el poder disruptivo de internet, el cambio de modelo económico) y las unificó en una teoría que ofrece una respuesta para el triple reto de la crisis económica, energética y climática. “Los grandes cambios de paradigma de la historia surgieron de la combinación de tres grandes componentes: nuevas formas de comunicación para unir a grandes colectivos, nuevas formas de movilidad para hacer eso posible y nuevas fuentes de energía que alimentasen lo anterior”, explica con maneras de profesor universitario. “Cuando cambian a la vez esos tres elementos, cambia todo: el hábitat, el sistema económico, la estructura y organización social y las infraestructuras”.
Cambio de sistema económico
En La primera revolución industrial (siglo XIX) confluyeron la imprenta, el telégrafo y los trenes de vapor alimentados por carbón. La segunda (siglo XX) surgió con la electricidad, el teléfono, la radio y televisión, los motores de combustión y el petróleo barato. En la tercera, la que vivimos hoy, las tres palancas de cambio conviven en un mismo elemento: la Red. “El internet de la comunicación converge con el internet de la energía renovable y el internet de la movilidad y de la logística, que conecta vehículos eléctricos que pronto serán autónomos alimentados por energías renovables”. Todo ello convive en un espacio moldeado por el internet de las cosas (IoT), en el que los edificios inteligentes actúan como nodos de recolección de datos para el sistema y como miniplantas de generación de energía.
El cambio de paradigma que aporta la tercera revolución industrial, cuyas consecuencias económicas exploró Rifkin en La sociedad de coste marginal cero (2014), es rompedor. Tanto es así que cree que el capitalismo tal y como lo conocemos puede tener los días contados. “El mercado óptimo es aquel en el que vendes al coste marginal porque colocas productos y servicios baratos y los accionistas consiguen un retorno. El problema es que nunca imaginamos que la revolución digital fuera a ser tan eficiente. Millones de personas comparten música, conocimiento, software… Todo eso es gratuito, solo necesitas conexión a internet. La economía del compartir es el primer sistema económico propiamente dicho desde el nacimiento del capitalismo en el siglo XVIII y del socialismo en el siglo XIX”, sentencia. “Estamos pasando de la propiedad al acceso, de los mercados a las redes, de los vendedores y compradores a proveedores y usuarios, de productividad a regeneración, de externalidades a circularidad, del PIB a indicadores de calidad de vida”, sintetiza.
Nadie imaginó que la revolución digital fuera a ser tan eficiente. Millones de personas comparten música, software...
La amenaza de la 'darknet'
Los nativos digitales tienen muy interiorizada esta nueva realidad. Están acostumbrados a colaborar en red, a intercambiar los diseños que imprimen en 3D, etcétera. “El gran problema”, opina, “es la red oscura (darknet)Cómo mantener las redes a salvo, cómo asegurarse de que los gobiernos no tomen el control o las usen para vigilar, cómo cerciorarse de que las empresas no vulneren nuestra privacidad, cómo combatir la creciente amenaza del ciberterrorismo… Una de las ventajas de contar con una infraestructura distribuida, como la que propongo en el Green New Deal, es que será menos vulnerable”, remata.
El fin del trabajo, el poder de internet, los dilemas de la biotecnología, las energías verdes… ¿Cuál será el siguiente tema que capte su atención? “He trabajado siete años en el siguiente libro, pero mi mujer me dijo en diciembre que lo parase y me centrara en el Green New Deal, que es lo más urgente ahora. Solo le puedo decir que mi próximo ensayo tratará sobre cómo podemos prepararnos en todas las facetas de la vida para lo que está por venir”.

¿Facebook y Twitter combaten los mensajes políticos inapropiados?

Nuevo round de una lucha de gigantes
Facebook trabaja con fact-checkers, pero no avanza sobre los mensajes que provienen directamente de partidos o dirigentes. Twitter se desmarca prohibiendo los anuncios políticos pagos en su plataforma.
Mark Zuckerberg, fundador de Facebook. 
Fuente: Página 12

El fundador de Facebook Mark Zuckerberg volvió a estar en el ojo de la tormenta. En las últimas horas fue convocado a comparecer ante el Parlamento de Australia para explicar por qué la red social no pudo detectar y evitar que distintas páginas propagaran el odio y la desinformación en distintas partes del mundo. A las noticias falsas que se reproducen en su plataforma, Zuckerberg les responde aliándose con compañías que se dedican a chequear información (fact-checkers). También promueve herramientas de control para los usuarios. Pero no avanza sobre los mensajes que provienen directamente de partidos o figuras de la política. 
Por su parte, la red social Twitter busca desmarcarse de la postura de Facebook a través de la prohibición de anuncios políticos pagos en su plataforma, que rige a partir del pasado 27 de noviembre. El fundador y director ejecutivo de la compañía, Jack Dorsey, fundamentó su decisión destacando que "el alcance de un mensaje político debería ser algo que se gana, no algo que se compra". El debate por la información política en redes atraviesa un momento de gran efervescencia, y se instaló de lleno en la carrera presidencial de Estados Unidos.
El escándalo de la empresa Cambridge Analytica , que utilizó datos obtenidos de Facebook para focalizar con precisión sobre los votantes que podían darle a Donald Trump la victoria en las presidenciales de 2016, reveló explícitamente la forma en que se pueden utilizar (y manipular) las redes sociales con fines políticos. 
Natalia Zuazo es periodista y consultora en comunicación política digital. En diálogo con Página/12destaca la importancia y las particularidades del proceso electoral que derivó en el triunfo de Trump. "Fue elegido presidente cuando quien había recaudado más plata para la campaña había sido el equipo demócrata de Hillary Clinton", advierte. El rasgo distintivo de la campaña de Trump fue, según Zuazo, una "microsegmentación muy distinta de la llevada a cabo hasta ese momento".
Desde la investigación que destapó la olla de Cambridge Analytica, Facebook introdujo algunos cambios en su plataforma respecto a anuncios políticos. "Hoy, si los usuarios van a la sección Transparencia de Página pueden ver cuánto gastan las páginas políticas, y en los países en que se celebran elecciones hay una obligación de registrar a los administradores y empezar a tener un registro del gasto de publicidad electoral", destaca Zuazo.
Desde hace algunos años, Facebook trabaja además con fact-checkers para reducir la propagación de noticias falsas. La compañía volcó importantes recursos económicos a nivel mundial y alcanzó buenos resultados al unirse a otras empresas privadas. Aunque esa solución también exhibe sus grietas: la justicia australiana investiga a Facebook luego de que una investigación del diarioThe Guardian revelara que un grupo con sede en Israel estaba propagando el odio y la desinformación en las redes para promover a políticos de extrema derecha en distintas partes del mundo.
Cuando la información se cruza con la política, las fronteras se vuelven más difusas. La red social aclaró en más de una ocasión que los contenidos que publican los políticos en las redes no son verificados porque no es algo que les corresponda hacer a ellos. "Creo que en una democracia es realmente importante que la gente pueda ver por sí misma lo que dicen los políticos, para que puedan emitir sus propios juicios", afirmó Mark Zuckerberg entrevistado por la cadena de televisión CBS días atrás.
Uno de los casos más resonantes de ese dejar-hacer se dio a principios de octubre. La campaña por la reelección de Trump subió a Facebook un anuncio con afirmaciones falsas sobre Joe Biden, uno de los principales precandidatos demócratas a la presidencia: su familia está envuelta en el escándalo del Ucraniagate que derivó en el proceso de impeachment contra el actual mandatario.
CNN rechazó emitir ese anuncio y Fox News lo retiró, pero Facebook no reaccionó. Días después, la campaña de la senadora Elizabeth Warren publicó intencionalmente un anuncio con datos falsos (que Zuckerberg apoyaría la campaña de Trump) para demostrar la falta de responsabilidad de la empresa. La publicación, como era de esperar, sorteó cualquier tipo de control.
Frente a ese panorama, y como una mojada de oreja a Zuckerberg, emergió el anuncio de Twitter. Sin embargo, la especialista cree que el cambio de Twitter no limitará la producción de fake news: "Si la solución al problema de la democracia es limitar los anuncios políticos en las redes sociales, no. Porque, ¿los únicos anuncios políticos que hay en redes sociales son los de los candidatos, los que provienen de la política partidaria?", se pregunta.
En definitiva, para Zuazo esta "decisión unilateral de una plataforma de decidir quién sí y quién no (puede publicar) es muy discutible y muy peligrosa en términos de libertad de expresión. Los cambios que proponen tanto Twitter como Facebook son curitas frente a un problema más grande que es la concentración de la información". La solución debería ir más allá de prohibir propaganda política, o promover cambios cosméticos: "Lo que necesitamos para que las noticias falsas circulen menos es que se haga más y mejor periodismo".
Informe: Guido Vassallo.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

La fenomenología del troll

El discurso del odio en las redes sociales 
Por Mauro Greco*
Fuente: Página 12



1. El troll no tiene ideología. Puede decir tenerla, pero en última instancia no es más que troll de sí mismo. Lo que defiende es su propia pulsión de odio, hostigamiento y denigración. La subjetividad troll simplifica una emoción que, al menos desde el siglo XVIII, cumple una función muy compleja en política, simplificándola alrededor de una expresión como –perdón por el inglés– “hatespeeches”. El troll es sobre todo simplificador, per-sonifica, tiene una relación “de odio” con la argumentación. El troll no es una profesión sino una conducta, un comportamiento, una práctica, y por eso es objeto de estudio y análisis de la micropolítica microfísica.
2. El troll busca la destrucción simbólica del/a troleado/a, porque (ya, o por el momento) no puede meterse con la física. Así forma parte de las patotas virtuales del gobierno saliente o entrante de turno, secuestrador de argumentos y afectos alegres. Asume por lo primero el fin de las revoluciones clásicas o de los fascismos de antaño, aunque su pulsión micro-fascista lo lleva a intentar bastardear, “basurear”, a quien ose meterse en su camino. El troll tiene un público fiel que lo festeja. “Coma mierda, millones de moscas no pueden equivocarse”.
3. El troll, además de micro-fascista, intuye Spinoza, aunque jamás haya tocado un libro suyo: sabe que lo fundamental es alterar el estado de ánimo del/a troleado/a, "sacarlo/a", ponerlo/a nervioso, que el/la hostigado no deje de pensar en eso, en él, por horas o días. Es como un enamorado (repasar lo que Freud escribió sobre el enamoramiento) pero “tóxico”, ese invento del neoliberalismo (como las charlas TED, el stress y la medición de “seguidores”).
4. El trolleo, entonces, invita a un griego cuidado de sí. El/la trolleado/a, cuando tal, debe volver sobre sí mismo/a para hacerse objeto de sí, auscultar cómo se vincula a su propia persona, que en el caso de las “redes sociales” (ver Thetwittering machine de Richard Seymour) es literalmente la vieja definición de persoae: máscara que oculta los rasgos físicos y potencia su voz. El cuidado de sí, del propio tiempo y no de la temporalidad odiosa impuesta por el troll, es una forma de resistencia, o al menos de vacilación a la Clifford en el marco de la persecución. El deseo de represión del troll, si no eliminado, se ve de esta manera contenido mediante un silencio táctico que espera el momento oportuno para hablar (o no).
5. El troll, finalmente, cumple estructuralmente para cualquier gobierno la misma función que los servicios de inteligencia o el nuevo Plan Cóndor law-faresco de los "arrepentidos": es una tentación, porque trabaja en el plano (anímico) de la opinión pública (que, como recuerda un francés, no existe). Por este motivo, así como “hay que protegerse de los arrepentidos” (Irina Hauser, Página 12, 14/11/19), también hay que hacerlo de los trolls, ajenos y (sobre todo) propios. Los dos, arrepentidos y trolls, trabajan una misma masa madre: la tristeza. Por esto, como asimismo escribió Diego Tatian en este diario, “hay que reparar las subjetividades dañadas por el macrismo” (15/10/19). Tenemos trolls en nuestras filas como forma de sobrellevar el daño subjetivo, afectivo y anímico que el macrismo nos produjo estos cuatro años. Pero también, retomaría, necesitamos repasar qué del primer kirchnerismo (2003-2015) pavimentó tamaño nivel de violencia, meritocracia e indiferencia neoliberal. Al fin y al cabo, ni el macrismo, ni el trolleo, bajaron de un plato volador alienígena.
* Investigador Asistente del CONICET -Departamento de Artes Dramáticas UNA. Autor de Responsabilidades y resistencias: memorias de vecinos de la dictadura (EDUVIM, 201

martes, 3 de diciembre de 2019

China hace obligatorio el reconocimiento facial en los nuevos celulares

Cada vez más parecido a Orwell

Fuente: Página 12

Las personas que registren nuevos servicios de telefonía móvil en China deberán someterse a un escaneo obligatorio de rostro para confirmar su identidad, establece una nueva regulación cuyo objetivo gubernamental es combatir el fraude, informaron este lunes medios de la prensa internacional.

La norma, que comenzó a regir el domingo, requiere que las empresas de telecomunicaciones apliquen "inteligencia artificial y otros métodos técnicos" para verificar la identidas de las personas que registran las tarjetas SIM, detalló el diario inglés The Guardian. Si bien había dudas sobre qué compañías proporcionarán estos servicios de inteligencia artificial a las telcos, China es sede de algunos líderes mundiales en software de reconocimiento facial, como Megvii y SenseTime.

Hasta ahora, los usuarios de teléfonos móviles en ese país ya debían presentar sus pasaportes o documentos de identidad para registrar las tarjetas SIM, y varias proveedoras de telecomunicaciones comenzaron a escanear las caras de los clientes desde el año pasado, aunque no de forma obligatoria.

Con la implementación de esta medida, los datos biométricos de millones de ciudadanos del gigante asiático engrosarán las bases de datos de los sistemas de reconocimiento facial, que ya se usan en ámbitos variados como supermercados, subterráneos y aeropuertos. El diario estadounidense  recordó este lunes que el gigante chino del comercio electrónico Alibaba ofrece a sus clientes la opción de pagar con sus rostros en su cadena de supermercados Hema. Los sistemas de subterráneos de algunas de las principales ciudades chinas también se preparan para adoptar sistemas de pagos con este tecnología, y el diario oficial China Daily adelantó que Beijing usará reconocimiento facial para "clasificar a los pasajeros" y administrar "diferentes medidas de control de seguridad". Además, se usa para tomar asistencia en escuelas, para acceder a conciertos e incluso en las entradas de comunidades de viviendas de alquiler público, según informó en julio pasado la agencia de noticias Xinhua. Sin embargo, en septiembre, el gobierno dijo que planeaba "frenar y regular" el uso de la tecnología de reconocimiento facial en las escuelas después de que surgieran informes de que una universidad estaba intentando usarla para monitorear la asistencia y el comportamiento de los estudiantes.
Las autoridades afirmaron que la flamante norma protegerá a los ciudadanos de estafas telefónicas y servirá también para regular la reventa de tarjetas SIM. Sin embargo, la expansión del uso del reconocimiento facial comienza a generar, en algunos sectores, preocupaciones sobre la seguridad de los datos personales y sobre el consentimiento a la hora de entregar esa información.

El reconocimiento facial juega un papel clave en el sistema de vigilancia y ha sido elogiado como una forma de atrapar fugitivos. El año pasado, según destacaron varios medios, la policía pudo identificar a un fugitivo en medio de una multitud de 60.000 personas durante un concierto gracias a la tecnología.

Pero en la región occidental de Xinjiang, donde hasta un millón de musulmanes uigures y otras minorías étnicas han sido detenidos para lo que las autoridades llaman "reeducación", las cámaras de vigilancia utilizan el reconocimiento facial para rastrear específicamente a los uigures, según su apariencia, según publicó el diario The New York Times a principios de este año.

Mientras, el reconocimiento facial se está convirtiendo cada vez más en parte de la vida cotidiana y las transacciones comerciales en China. Se usa cada vez más, por ejemplo, para pagar en tiendas y supermercados.

Sin embargo, a principios de este año, un profesor universitario demandó a un parque por obligar a sus visitantes a pasar por el reconocimiento facial, lo que provocó un debate más amplio sobre la recopilación masiva de datos del Estado sobre sus ciudadanos.



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