Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

sábado, 28 de mayo de 2022

Generación Zoe

 

Cenital

BUROFAX

Jimena Valdez
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Una mirada política sobre internet, tecnología y redes.
27/05/2022

Hola, ¿cómo estás?

La semana pasada terminé de deshacerme de una persona en mi vida que me mentía de modo más o menos compulsivo y revisando lo sucedido sentí que me habían hecho una estafa telefónica. Todos conocemos algún caso, o quizás nos pasó, de que nos llamen por teléfono, nos enreden (como dice la cajera de la estación de servicio al principio de Nueve Reinas “¡me hizo el truco!”) y terminemos creyendo algo que es a todas luces mentira. Conozco gente muy inteligente que casi cae y también conozco gente que dice que a ellos jamás les pasaría, y que luego les ha pasado, claro. En todos esos casos, fue alguien de afuera, alguien que por ejemplo no estaba participando en la conversación telefónica pero escuchaba, quién se dio cuenta de que lo que estaba pasando era mentira.

En este newsletter te cuento de Generación Zoe y Leonardo Cositorto, una de las mayores estafas en la historia argentina reciente que involucra espiritualidad y criptomonedas. Dado que los cuentistas y las estafas existen desde siempre, ¿qué tiene que ver la tecnología con este caso particular? Creo que hay tres cosas. Una no tiene que ver sólo con la tecnología, sino con el tiempo en el que vivimos y del que la tecnología es gran contemporánea: la desigualdad del ingreso es creciente -entre generaciones y al interior de ellas- y mientras algunos hacemos cálculos para llegar a fin de mes o para dejar de gastar más de la mitad de nuestro sueldo en alquiler, otros son mega multimillonarios. Esto genera desesperación, desconfianza en un sistema roto y ganas de salvarse mágicamente. O sea, hay ganas de tener plata de otro modo que no sea trabajando. La segunda, más directamente relacionada con la tecnología, es la soledad y el aislamiento. El sueño de conectarnos a todos que repite Mark Zuckerberg resultó ser falso. Sí, estamos a un mensaje de distancia de cualquiera, pero también estamos más solos. Seguramente te pasó que alguna vez después de un atracón de celular, lo dejás sintiéndote rara, molesta por algo difícil de describir. Sos vos y tu celular, y eso es menos que uno. Creo que eso también contribuye a que haya un público disponible para esas estafas. La tercera y última es la ansiedad. La tecnología nos enseña todos los días que todo debe suceder ya y hay menos tiempo para pensar, reflexionar, sopesar opciones, antes de actuar. Operamos por impulso, y así nos va.

En lo que sigue escribo sobre Cositorto y Generación Zoe, quiénes eran, qué hicieron y qué va a pasar ahora.

Una enorme cantidad de humo

Generación Zoe se presentaba como una compañía de coaching y liderazgo que fue expandiéndose luego hacia educación, inversiones financieras (incluyendo criptomonedas), ejercicio físico, entre otras cosas. Las unidades de negocio en la actualidad incluyen Zoe Capital (ahí estaba la criptomoneda), Zoe Cash (supuestamente respaldada en oro con una mina de San Juan y otra en Jujuy), Zoe Construcciones, Zoe Fitness, Zoe Natural (unas veterinarias), la Universidad del Trading y Zoe Burger. Además, tenía su propia iglesia: AVIVA Zoe. Un maxi-kiosco, digamos.

La lideraba Leonardo Cositorto. Este señor suena a líder espiritual. Hijo de un vendedor callejero que a los 21 se fue a España por tres años y armó un negocio de venta de libros puerta a puerta. Ahí descubrió que sabía convencer a la gente. Un líder “motivacional”. Cuando volvió a la Argentina se dedicó a hacer lo mismo en loop: crear clubes de cualquier cosa (desde vendedores de perfumes hasta coaching, pasando por líneas de celulares) pidiéndole a la gente dinero para ingresar y prometiendo el cielo cada vez. Ese cielo, claro, nunca llegaba. Con el tiempo fue agregando beneficios: primero era solo ganar algo de plata, después una mejora espiritual, en Zoe era todo junto. Esta nota de Victoria de Masi en elDiarioAr es buenísima: un recorrido veloz por la carrera de Cositorto que te deja entre fascinada y horrorizada.

Con todo ese recorrido y “aprendizaje”, Cositorto fundó Zoe en Córdoba. Rápidamente, se expandió no solo por todo el país sino también hacia el exterior. De acuerdo a Cositorto, Zoe estaba en 17 países, tenía 65 oficinas y 85 mil miembros. Y sin embargo, Cositorto es monotributista clase A en la AFIP.

El sistema funcionaba como el viejo y querido esquema Ponzi. Una persona firmaba un contrato para obtener servicios de coaching ontológico, espiritual y educación financiera (la ironía). Ese contrato incluía aportar 2.000 dólares, los cuales quedaban inmovilizados por un año. Ese aporte supuestamente iba a generar un 7,5% en dólares cada mes (una suma altísima), que podía crecer si la persona incorporaba más inversionistas a la red.

Vamos a un caso concreto. En Buenos Aires una chica entregó 20 mil dólares cash. 15 mil iban a un fideicomiso y 5 a criptomonedas. Por el fideicomiso iba a recibir un interés mensual del 8%, por las cripto 25%. Cobró un mes y nunca más.

Este esquema funciona tan parecido a un esquema ponzi o estafa piramidal que fue denunciado y la justicia empezó a investigar.

Las causas

Hay varias causas en el país. Una de las primeras denuncias fue hecha por la ONG Bitcoin ante la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos. La Comisión Nacional de Valores había iniciado unos días antes un sumario administrativo a la empresa y a Cositorto por actos irregulares en el mercado de capitales, además de alertar a la Organización Internacional de Comisiones de Valores que comunicó esto a los reguladores de Colombia, España y Paraguay -porque recordemos que Zoe ya operaba a escala internacional-.

En Argentina, además, hay causas que avanzan en Córdoba, Santa Fe y Corrientes. En Villa María, Zoe tenía su mayor oficina, con más de 20 empleados dedicados a captar y procesar dinero. Una fiscal acusa a la empresa de 176 hechos de estafa. Cositorto ya tiene prisión preventiva por vender de todo con promesas de lo más creativas. Por ejemplo, se vendía un “pin emperador” que prometía dar acceso al 10% de las ganancias globales de Zoe. Y la gente lo compraba. En Rosario, hay 11 damnificados con pérdidas de alrededor de 100 mil dólares representados por el abogado Jorge Resegue.

Entre esos once hay gente que puso los ahorros de toda su vida, o se endeudaron para entrar a la empresa. Ese abogado contó que la gente siguió creyendo hasta último momento en Cositorto, incluso después de que había sido detenido: “No visualizaban que había habido un esquema defraudatorio”. El fiscal de la causa dice que siguen apareciendo víctimas, con lo cual las pérdidas podrían ser de hasta 250 mil dólares.

Qué dice Cositorto

Detenido en República Dominicana por Interpol y la policía de ese país, Cositorto fue extraditado a Argentina donde enfrenta, por ahora, una causa por asociación ilícita y estafa. Cositorto niega todo. Dice que son “membresías inteligentes” y que cada persona puede ver la evolución de su inversión durante los tres años de duración de su formación. Explícitamente dice que no se trata de un modelo piramidal (porque esos “no duran más que seis meses o un año”) y acusa al resto del mundo de lo que le está pasando. El resto del mundo pueden ser el mundo financiero, tuiteros, la prensa y varios otros. Cuando le dicen que nada da 7,5% de retorno, dice que lo suyo sí -gracias a un fideicomiso financiero en Argentina- y que ellos han ayudado a muchísima gente, recordando que él es pastor desde 2003. Y remata: “Yo, libremente, en vez de estar incomunicado, hoy tengo negocios que puedo volver a operar a nivel mundial y les puedo pagar (a los denunciantes), como lo hice con los 153 pagos que envié”.

Solo voy a decir lo siguiente: si tiene cuatro patas, mueve la cola y ladra es un perro.

El del estribo

Precisamente sobre esto de salvarse rápido, este tuit de Elon Musk dando consejos sobre inversiones me dan ganas de reír y llorar al mismo tiempo.

El tuit dice:

“Ya que me han preguntado mucho:

Comprá acciones en varias empresas que fabrican productos y servicios en los que *vos* creés.

Vendé solamente si creés que sus productos y servicios empeoran su tendencia. No te asustes cuando el mercado se asuste.

Esto te servirá en el largo plazo.”

Aviso a la comunidad: salvo que seas Elon Musk, los consejos de Elon Musk para invertir no te sirven.

Cosas que pasan

Hace poco escribí sobre Alex Jones y sus mentiras a partir de la matanza en la escuela de Sandy Hook, Estados Unidos. Ahora hubo una nueva matanza en una escuela en Uvalde, Texas (la segunda con más muertos desde Sandy Hook) y ya hay mentiras dando vueltas en internet: que no sucedió realmente, que el que disparó era trans y que era indocumentado son solo algunas. Vivimos en un mundo horrible.

Gracias por llegar hasta acá.

Un abrazo,

Jimena

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lunes, 23 de mayo de 2022

Cuando la droga es la pantalla

 

Especialistas analizan la adicción a la conexión

Cuando la droga es la pantalla

En varios países ya existen tratamientos para abordarla. Sobre el uso del celular y las redes en la Argentina? ¿Se tiene dimensión del problema? El psiquiatra Federico Pavlovsky, los psicólogos Martín Smud y Mora Zaharya, la psicoanalista María Cristina Oleaga y el doctor en psicología Juanjo Martí aportan a Página/12 sus perspectivas.

María Daniela Yaccar
Por María Daniela Yaccar
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/423504-cuando-la-droga-es-la-pantalla

La adicción a la conexión ha activado, en distintos países, estrategias para tratarlaLos más extremos son Japón, Corea del Sur y China, donde existen campos de reeducación bajo un modelo militar. En Estados Unidos hay clínicas privadas especializadas y en la mayor parte de los países europeos los hospitales prepararon unidades de cuidado dedicadas al tema. Esto lo cuenta Eric Sadin en su último libro, La era del individuo tirano (Caja Negra)¿Qué sucede en la Argentina? ¿Se tiene dimensión del problema? ¿Se lo considera como tal? ¿Cuándo hay que empezar a hablar de adicción? ¿Cuáles son las causas? El psiquiatra Federico Pavlovsky, los psicólogos Martín Smud Mora Zaharya, la psicoanalista María Cristina Oleaga y el doctor en psicología Juanjo Martí aportan a Página/12 sus perspectivas.

Homo selfie

Homo selfie se titula un libro del psicólogo Martín Smud: en este tiempo, "cada uno lleva pegado a sus manos un celular con el que vive, duerme, sueña y respira", al punto de que ya no es un objeto, sino que "somos sus objetos". "Los celulares comenzaron su auge hace 25 años. Después se fueron agregando cada vez más cosas, aplicaciones en tiempo real que deben tener más o menos diez años. Esto cambió la relación del ser humano con la tecnología en términos cualitativos y cuantitativos", contextualiza Smud. "El celular se mete mucho en la identidad. Uno tiene la identidad del DNI, la de género y la virtual, que depende de poder ir armando la vida en relación a las megacorporaciones que manejan todo: las redes. Y hoy se habla de un nuevo tipo de realidad, además de la virtual. La inmersiva." 

"Según un pequeño estudio estudiantes universitarios argentinos están alrededor de seis a ocho horas por día mirando la pantalla. Y muchos te dicen que no pueden dejar de hacerlo. La adicción ya no es a un objeto, como podría ser una droga, sino a determinado vínculo. Hay una especie de compulsión a esperar que pase algo en el celular, sin posibilidad de levantar la mirada por mucho tiempo sin volverla a él. Es típico de este tiempo, del panóptico digital del que habla Byung-Chul Han. La adicción trae consecuencias múltiples. Una muy clara en la educación es la falta de concentración. Y se ve una dependencia a la sociedad punteocrática, del like", resume.

Estudios sobre el tema

En febrero de este año la OMS calificó a la adicción a los videojuegos como enfermedad mental. No hubo hasta este momento un pronunciamiento del organismo respecto al uso compulsivo del celular. "Y no hay prácticamente estudios. Los podrían hacer Samsung, Apple. Los nuevos smartphones vienen con aplicaciones de bienestar digital. Hay datos pero no se están publicando", señala Juanjo Martí, quien en España preside la organización Cibersalud. Una novedad en los teléfonos son los dumb phones que, en contraposición a los smartphones, no habilitan aplicaciones y ofrecen solamente recursos básicos.

 "La OMS podría decir cuánta gente está conectada diariamente más de 12 horas, pero no hay un interés. Las aplicaciones son todas adictivas y no pueden regularse, porque los gobiernos dirán 'libre mercado'. A nivel internacional no hay grandes planes. No hay una política. La política es que todo el mundo esté conectado, compartiendo datos, dando información de lo que hacemos, con quién hablamos y qué compramos. Así nos controlan", cuestiona. En España, cuenta, existen organizaciones que ofrecen programas para favorecer la desconexión; tratamientos que son privados, costosos y que incluyen el encierro.

No abundan informes sobre el tema pero la psicóloga Mora Zaharya recomienda detenerse en el reporte --muy completo-- de We Are Social y Hootsuite, aunque aclara que desconoce cómo se rejuntan los datos. Allí aparece un panorama de la Argentina: se encuentra en el puesto 5 entre un grupo de países en el uso de Internet, con un promedio diario de 9 horas 38 minutos, y en el 6 en el promedio de conexión en teléfonos (5:04). En el séptimo puesto en el uso diario de redes sociales (3:26) y en el quinto en el seguimiento de influencers. Además, es el tercero en la utilización de WhatsApp.

Dispositivos para la adicción

No hay estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación ni tampoco, todavía, un proyecto en relación a esta problemática. De acuerdo a lo que pudo saber esta cronista se está trabajando en uno. "Estamos empezando a integrar las facilidades que ofrece la digitalidad. No estamos trabajando sobre la patología, sino en cómo difundir y generar alfabetización digital. Es algo común a Latinoamérica", plantea Zaharya. El psiquiatra Federico Pavlovsky aporta su mirada en torno a la realidad local. "Me parece que está todo por aprenderse(La adicción a la conexión) no es motivo de consulta de los tratamientos por consumos problemáticos, pero no porque no exista. En CABA la gente consulta por adicciones al alcohol, la cocaína, los psicofármacos, el cannabis (mucho más ahora, lo cual es interesante). Las (adicciones) conductuales vienen en un segundo escalón, como el juego patológico tradicional", dice. Lo que más "miedo" le da en este momento son las apuestas online. Tiene pacientes que por ellas "lo perdieron todo".

Hace dos años intenta armar un dispositivo destinado a personas que padezcan el uso compulsivo de la tecnología y no le encuentra "la vuelta". "Los profesionales no estamos entendiendo el fenómeno ni captando su dimensión ni desarrollando dispositivos acordes. Es mucho más rápido el desarrollo tecnológico que la capacidad de los profesionales de armar dispositivos. Incluso todavía se discute qué es lo mejor con el alcohol, una vieja adicción. Seguimos pensando si hay que reprimir o dar tratamiento", admite. Un aspecto que complica el panorama es que "los pacientes con adicciones tienen baja accesibilidad al sistema de salud". "Las personas con problemas con el alcohol o el porro muchas veces no consultan ni hay equipos para esto. Si vas al hospital y decís que tenés una adicción al juego o a la pornografía se te van a quedar mirando; no hay un área específica", explica Pavlovsky. 

¿Cuándo hay que hablar de adicción?

Compara el uso de la tecnología con la comida: "Podés vivir sin tomar alcohol pero no podés no usar tecnología. La relación binaria que uno establece con el alcohol o la cocaína, que permite detener el consumo, acá es un poco más relativa, porque tenés que usar aplicaciones, medios de pago. Se requiere de una regulación, una modulación, una utilización saludable, y en eso se parece a la comida: vas a tener que comer, el punto es que lo hagas de otra manera". Esto último que menciona tiene un nombre bastante nuevo: salud digital. Ante la falta o escasez de dispositivos públicos y privados, incluso de recomendaciones, finalmente cada usuarix tiene un desafío: crear sus propias medidas y restricciones.

"La reeducación aparece mucho en las adicciones. Pero no sé si es un problema individual: estamos todos metidos en una locura tecnológica", sentencia Pavlovsky. Sadin escribe: "Con toda seguridad la adicción a la conexión representa un problema de nuestra sociedad que afecta en distintos grados a gran cantidad de personas. Se ha convertido en una de las cuestiones que hoy se consideran fundamentales entre las provocadas por la digitalización progresiva de nuestras vidas". Para el escritor y filósofo francés, "un fenómeno decisivo, del que nadie habla y que no deja de extenderse, consiste en que los individuos, desde comienzo de los años 2010 aproximadamente, se ven animados por la sensación de ser todopoderosos gracias al contacto regular con sus instrumentos conectados".

¿Cuándo el uso se vuelve adicción? En este punto los especialistas coinciden: "Muchas veces los consumos se definen por el impacto en la calidad de vida, no por la cantidad de tiempo (de uso). Una adicción implica un deterioro en el patrón de vínculos personales, la salud general (física y mental), una inversión de tiempo exclusivo en esa actividad en desmedro de otras. Cuando ves a un adicto te das cuenta de que está en otra sintonía, pasándola mal: no es ese uso de tener que parar un poco", define Pavlovsky. "Por fuera de la adicción (la conexión) produce diferentes malestares", añade Smud. "Cuestiones caracteropáticas, cambios de ánimo muy abruptos, problemas atencionales que ya están estudiados y esto lo sabe cualquiera que va a una escuela primaria. Dificultades en los lazos sociales. Una sociedad dependiente de los posteos. Se produce un nuevo tipo de narcisismo. Incluso se habla hasta del nacimiento de un nuevo hueso (por la postura al mirar el celular). Es delirante, pero es una investigación que se hizo." 

"Respecto de cómo se trata esta adicción es un tema que realmente se está estudiando. Es muy novedoso. Pero es una preocupación muy grande de docentes, pedagogos, padres, madres y la sociedad en general. Porque no se está yendo hacia una limitación de los objetos de este tipo, tan adictivos, sino todo lo contrario. Cada vez son más importantes. Y hasta los bebés tienen demasiada cercanía con el celular", suma Smud. La Asociación Argentina de Pediatría ha llegado a recomendar que hasta los dos años les niñes no utilicen ningún tipo de dispositivo. Pero en la realidad se ve otra cosa.

Niñes y adolescentes

Les niñes y adolescentes constituyen la gran preocupación en este marco. Smud ha escrito un artículo en el que cuenta una medida que se tomó en las escuelas primarias madrileñas: la prohibición durante el período escolar del uso del celular, que no sólo dificulta el proceso de enseñanza-aprendizaje sino que genera todo lo expuesto anteriormente. 

"La adicción es un punto de llegada. El punto de partida es que los niños muy pequeños son sometidos al influjo de la tecnología", sentencia la psicoanalista María Cristina Oleaga. "En tal caso tiene efectos no sobre la subjetividad, sino sobre su construcción. Es distinta la construcción de subjetividad a partir de la narrativa; ahora el lenguaje entra por medio de las máquinas. Hay un cambio radical. Los chicos están simbólicamente desnutridos, porque la narrativa produce complejidad psíquica. El lenguaje humano tiene agujeros, metáfora, produce malentendidos... entonces el niño se pregunta qué quiere decir. Queda como sujeto. El lenguaje tecnológico lo toma por objeto y no tiene nada de eso: produce hipnosis, déficit de atención, hiperactividad, patologías del acto", advierte. "Estamos creando nuevas subjetividades con esta entrega de la infancia a la tecnología. Es un arrasamiento de la complejidad psíquica humana. No está para nada hablado. Estamos en un riesgo de pérdida de lo propiamente humano en la subjetividad. Es un momento bisagra grave", concluye la psicoanalista.

La timba digital

El tecnólogo Santiago Bilinkis, autor de Guía para sobrevivir al presente, dijo en una entrevista publicada a mediados del año pasado por este medio"Uno busca en las redes calmar la angustia y lo único que provocan es más angustia, como las bebidas azucaradas que las tomás porque tenés sed y te dan más sed". Ocurre que activan un mecanismo psicológico conocido como "recompensas variables intermitentes", similar al de las máquinas tragamonedas. "Cada vez que tirás la palanca a veces no sale nada, a veces sale un premio chiquitito y muy de vez en cuando sale un premio grande. Ese mecanismo es tremendamente adictivo. Y es lo que pasa cada vez que hacés un refresh en tu muro de Instagram: a veces no te sale nada, a veces sale algo que está un poquito bueno y a veces algo genial. Es esa timba la que te mantiene constantemente queriendo mirar un poquito más. La sobreestimulación constante multisensorial hizo añicos nuestra capacidad de atención", explicó. También sugirió que, por el momento, ser adicto en el universo digital tiene una "connotación positiva, parece cool, divertido". El aporte del tecnólogo es necesario porque hace foco en la otra cara de la adicción o el uso compulsivo. Un fenómeno de ida y vuelta en el que sentirse preso mucho tiene que ver con lo que las nuevas tecnologías ofrecen para seducirnos sin pausa, y con cómo lo hacen.



domingo, 15 de mayo de 2022

Byung-Chul Han: "Hoy vivimos presos en una caverna digital"

Planteos del filósofo coreano en su último libro, "Infocracia"

fuente: https://www.pagina12.com.ar/421687-byung-chul-han-hoy-vivimos-presos-en-una-caverna-digital

El autor de La sociedad del cansancio expone en su nuevo trabajo el modo en que el "régimen de la información" ha sustituido al "régimen disciplinario". Han señala que la gran hazaña de la infocracia es haber inducido en sus consumidores/productores una falsa percepción de libertad. Y concluye: "El intento de combatir la infodemia con la verdad está condenado al fracaso. Es resistente a la verdad".

Fernando D'Addario
Por Fernando D'Addario

Byung-Chul Han es un portador sano del cuadro social y comunicacional que expone su obra: sus libros son breves, de consumo rápido, transparentes. Cada uno de ellos propone apenas un puñado de conceptos, fácilmente reductibles a una frase-slogan que fluye a través de las redes sociales y sirve de "comodín" para reforzar opiniones de diversa índole. Su gran aporte al pensamiento de las últimas décadas seguramente haya sido su análisis del individuo autoexplotado, nuevo sujeto histórico del capitalismo. Pero más allá de esta idea-fuerza, el principal mérito del filósofo coreano es haber captado la "atmósfera" de esta época para después traducirla a textos en los que un ciudadano común con cierta sensibilidad -política, cultural, gremial- se siente reflejado. 

En su último libro, Infocracia, recientemente publicado por el sello Taurus, Han indaga en el modo en que el "régimen de la información" ha sustituido al "régimen disciplinario". De la explotación de cuerpos y energías tan bien analizada en su momento por Michel Foucault se ha pasado a la explotación de los datos. Hoy la señal de detentación de poder no está vinculada con la posesión de los medios de producción sino con el acceso a la información, que se utiliza para la vigilancia psicopolítica y el pronóstico del comportamiento individual.

En su exposición genealógica, Han describe la declinación de aquel modelo de sociedad diseccionado por el autor de Vigilar y castigar, y encuentra puentes con otros autores del siglo XX como Hannah Arendt, de quien rescata ciertos enfoques sobre el totalitarismo. Han dice que hoy estamos sometidos a un totalitarismo de nuevo cuño. El vector no es el relato ideológico sino la operación algorítmica que lo sostiene. 

El filósofo rodea los temas que ya había expuesto en otros trabajos (la compulsión hacia el "rendimiento" que describió en La sociedad del cansancio; la aparición de un habitante voluntario del panóptico digital, plasmado en La sociedad de la transparencia; el acomodamiento al imperativo del "like" como analgésico del presente tratado en La sociedad paliativa ) y pone el foco en el cambio estructural de la esfera pública, atravesada por la indignación digital, que debilita lo que alguna vez entendimos como democracia. 

Han sostiene que en esta sociedad marcada por el dataísmo, lo que se produce es una "crisis de la verdad". Escribe: "este nuevo nihilismo no supone que la mentira se haga pasar por verdad o que la verdad sea difamada como mentira. Más bien socava la distinción entre verdad y mentira"Donald Trump, un político que funciona como si fuera él mismo un algoritmo y solo se guía por las reacciones del público expresadas en las redes sociales, no es, en ese sentido, el clásico mentiroso que tergiversa deliberadamente las cosas. "Más bien es indiferente a la verdad de los hechos", señala el filósofo. Esta indiferenciación, sigue Han, supone un riesgo mayor para la verdad que el instaurado por el mentiroso.

El pensador coreano diferencia los tiempos actuales de aquellos no tan lejanos en que dominaba la televisión. Define a la TV como un "reino de apariencias", pero no como "fábrica de fake news". Señala que la telecracia "degradaba las campañas electorales hasta convertirlas en guerras de escenificaciones mediáticas. El discurso era sustituido por un show para el público". En la infocracia, por el contrario, las disputas políticas no degeneran en un espectáculo sino en una "guerra de información".

Porque también las noticias falsas son, ante todo, información. Y se sabe que "la información corre más que la verdad". Por eso, concluye con el pesimismo que le es característico: "El intento de combatir la infodemia con la verdad está, pues, condenado al fracaso. Es resistente a la verdad".

Define la situación actual con una frase-slogan de esas que tanto le gustan al autor de No-cosas: "La verdad se desintegra en polvo informativo arrastrado por el viento digital". 

Pero, ¿cómo es esta víctima arrastrada por el viento digital? ¿Cómo se comporta? "El sujeto del régimen de la información no es dócil ni obediente. Más bien se cree libre, auténtico y creativo. Se produce y se realiza a sí mismo". Este sujeto --que en el actual sistema también se realiza como objeto- es simultáneamente víctima y victimario. En ambos casos el arma utilizada es el smart phone. 

A través de esta herramienta los medios digitales han puesto fin a la era del hombre-masa. "El habitante del mundo digitalizado ya no es ese 'nadie'. Más bien es alguien con un perfil, mientras que en la era de las masas solo los delincuentes tenían un perfil. El régimen de la información se apodera de los individuos mediante la elaboración de perfiles de comportamiento".

La gran hazaña de la infocracia es haber inducido en sus consumidores/productores una falsa percepción de libertad. La paradoja es que "las personas están atrapadas en la información. Ellas mismas se colocan los grilletes al comunicar y producir información. La prisión digital es transparente". Es precisamente esa sensación de libertad la que asegura la dominación. Actualiza, por último, el mito platónico: "Hoy vivimos presos en una caverna digital aunque creamos que estamos en libertad".

Una revolución en los comportamientos que excluye toda posibilidad de revolución política. Dice Han: "En la prisión digital como zona de bienestar inteligente no hay resistencia al régimen imperante. El like excluye toda revolución".

En tiempos de microtargeting electoral se produce, de todos modos, un fenómeno paradojal: la tribalización de la red. Intereses segmentados que se expresan a través de discursos previamente diseñados y que van erosionando lo que Jürgen Habermas había definido teóricamente como "acción comunicativa". "La comunicación digital como comunicación sin comunidad destruye la política basada en escuchar", escribe Han, quien destaca que en el viejo proceso discursivo los argumentos podían "mejorarse", en tanto ahora, guiados por operaciones algorítmicas, apenas se "optimizan" en función del resultado que se busca. 

Es la derecha la que más capitaliza este fenómeno de tribalización de la red, asegura el filósofo, porque en esa franja es mayor la demanda de "identidad del mundo vital". En una sociedad desintegrada en "irreconciliables identidades sin alteridad", la representación, que por definición genera una distancia, se ve sustituida por la participación directa. "La democracia digital en tiempo real es una democracia presencial", que pasa por alto su ámbito natural de representación: el espacio público. Así se llega a una "dictadura tribalista de opinión e identidad". 

El sujeto autoexplotado de la sociedad del cansancio, el habitante voluntario de la sociedad transparente, el individuo que se entrega a la sociedad paliativa, también se somete, concluye Han, a la fórmula del régimen de la información: "nos comunicamos hasta morir". 

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