Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Estructura Productiva Desequilibrada

PANORAMA ECONOMICO

La EPD

Por Alfredo Zaiat
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Las tensiones en el frente cambiario y financiero son expresiones de un debate medular que recorre la historia económica local referido a las características del desarrollo. Es una cuestión ocultada por análisis de coyuntura confundidos entre deseos de fracaso político, ideología conservadora y realidad económica. El Gobierno ha tenido un mensaje elocuente sobre el objetivo de industrialización con más empleo e inclusión social, que puede exhibir en robustas variaciones positivas a lo largo de su ciclo político. Pero no ha tenido una estrategia articulada para enfrentar las consecuencias de ese crecimiento, teniendo en cuenta la existencia de una Estructura Productiva Desequilibrada (EPD). Esta se encuentra en la base del desarrollo nacional y se hace visible cuando irrumpe lo que se conoce como restricción externa. Esto es, la escasez de divisas para abastecer a esa industria demandante de crecientes insumos importados y el aumento del consumo doméstico por el alza de ingresos, que incrementa la compra de bienes suntuarios (autos de mediana y alta gama, electrónica de última generación y turismo al exterior). Es un mérito de del gobierno de CFK buscar opciones al desenlace traumático (brusca devaluación) de situaciones similares del pasado (el conocido stop and go de la economía) mediante la administración cambiaria (restricciones de acceso a la moneda extranjera) y del comercio exterior (importaciones). Pero ha sido una falencia costosa el no haber diseñado además políticas específicas, orientadas por el Estado, para el entramado industrial, definiendo una sustitución de importaciones selectiva y una estrategia de exportaciones de productos industriales.
No es un desafío nuevo precisar las características de una política que favorezca el desa-rrollo nacional. Para ello se requiere entender la evolución de la propia dinámica de la economía local cuyo cimiento es una estructura productiva desequilibrada, como la definió Marcelo Diamand. No considerarla y sólo descansar en indicadores de crecimiento de la industria como fortaleza política ha sido una debilidad conceptual con impacto finalmente en esa base de sustentación. Si no se interviene en esa cuestión mediante políticas económicas apropiadas, se termina afectando la posibilidad de un proceso de desarrollo sostenido.
¿Qué significa una Estructura Productiva Desequilibrada (EPD)?
En palabras del propio Diamand, en “Paradigma clásico y estructura productiva desequilibrada”, revista Realidad Económica Nº 68 (1986): “En los países exportadores primarios como la Argentina, el sector primario existe y además tiene muy alta productividad en virtud de sus ventajas naturales. En esas condiciones, el tipo de cambio se sitúa en el nivel del sector primario más productivo y no puede reflejar la paridad del sector industrial. Cuando los precios del sector industrial se traducen sobre la base del tipo de cambio primario (pampeano, la zona núcleo dominada por la soja), resultan muy altos y el país no puede competir en condiciones de libre comercio internacional”.
La decisión política de fomentar la industrialización pone en tensión esa estructura productiva, al tiempo que implica precios locales industriales superiores a los precios internacionales. Por ejemplo, es lo que sucede hoy con la chapa laminada en caliente de Techint, insumo fundamental para la industria automotriz, naval, maquinaria agrícola y de electrodomésticos. Ese precio internacional está afectado además por la crisis en los países desarrollados, que genera un excedente de producción que los reduce aun más en el mercado mundial.
El necesario debate sobre las características del desarrollo nacional tropieza con la siguiente paradoja: cuanto más robusto sea el sector agropecuario, más soja exporte, los dueños de los dólares requeridos para la industrialización orientan el consenso social y político hacia un sendero de desarrollo regresivo, de exclusión social. Lo sostienen con la idea mítica de que el bienestar de los argentinos depende del “campo” y de los precios internacionales de los commodities agropecuarios. No mencionan, sin embargo, que ese desarrollo supone la existencia de un “sobrante” de población en el circuito productivo y de empleo, pues el “campo” no está en condiciones de incorporarlo.
A la debilidad de las políticas públicas para intervenir en la estructura productiva de-sequilibrada se agrega un mundo empresario dominado en gran parte por ideas neoliberales que bloquean la posibilidad de producir un pensamiento propio del desarrollo. Es lógico que así sea en los integrantes del sector agropecuario, pero es insólita esa falencia en el industrial. Muchos de sus miembros no expresan vocación de ser protagonistas principales para alcanzar el triple objetivo de pleno empleo, salarios reales elevados e industrialización con equilibrio en la cuenta corriente del balance de pagos. No expresan la suficiente convicción sobre el círculo virtuoso de aumentos del salario, empleo y gasto público, motores de una fuerte ampliación del mercado interno y, con ello, del fortalecimiento del proceso de industrialización y de sustitución de importaciones, dando lugar a un progresivo eslabonamiento entre los diversos sectores productivos. No es un trilema sencillo de abordar porque el pleno empleo y el alza de salarios generan aumentos de ingresos y de consumo que colisionan con la escasez de divisas (restricción externa) por la demanda de importaciones, debido a la existencia de una estructura productiva desequilibrada, emergiendo tensiones sectoriales y poniendo de ese modo límites al crecimiento económico.
La resolución por la vía conservadora es descansar en el equilibrio ofrecido por el libre mercado, donde triunfarán los más eficientes. En ese grupo se encuentra el sector agrario muy productivo, con una frontera agropecuaria extendida por la soja, y privilegiados grupos industriales competitivos a nivel internacional.
Otra opción es la industrialización por sustitución de importaciones: ahorrar divisas reemplazando bienes importados por bienes producidos localmente. En la fase inicial, la sustitución es fácil, pero a medida que debe avanzar en sectores más complejos y básicos de la cadena de producción aparecen las dificultades. Este tipo de industrialización por sustitución de importaciones sólo posterga momentáneamente el problema de la restricción externa.
Una vía complementaria para hacerla más efectiva es que esté acompañada de un ordenamiento productivo (planificación) desde el Estado, debido a que la profundización del proceso de industrialización requiere montos elevados de capital (inversiones) para integrar la estructura productiva con las industrias básicas (energía, siderurgia, petroquímica). El desarrollismo tradicional lo planteaba a partir del aporte de capitales extranjeros, pero como ésta era una industria volcada al consumo interno y no a incrementar la capacidad exportadora, el crecimiento económico local terminaba provocando un cada vez mayor requerimiento de divisas, agudizando al final la restricción externa.
La opción superadora es una activa participación del Estado en la orientación de la industrialización por sustitución de importaciones con estímulos a las exportaciones. O sea, no una autárquica sino con inserción en el mercado internacional, exportando productos industriales. Para ello se necesita un Estado protagonista en industrias base (YPF en energía y su ramificación en la petroquímica y química), pero además muy activo en el manejo de incentivos de producción y de exportación, diseñando un esquema de tipos de cambio múltiples. En forma simple: un dólar bajo para el sector primario (con retenciones), que seguirá siendo rentable por su elevada competitividad internacional, lo que permitirá preservar el salario real y el dinamismo de la demanda interna propulsora del crecimiento, y un dólar alto (reembolsos, desgravaciones impositivas y financiamientos) para sectores industriales exportadores, manteniendo así la competitividad industrial necesaria para sostener el equilibrio de la cuenta corriente, o sea, alejando la restricción externa.
No es una receta mágica. Requiere además iniciativas complementarias, como el rol del sector científico tecnológico para modificar los desequilibrios de productividad por medio de una asociación entre el Estado, empresarios innovadores, sindicatos y universidades.
El desafío del equipo económico de Kicillof es administrar la coyuntura al tiempo de diseñar una estrategia de mediano y largo plazo con la pretensión de alterar la estructura productiva desequilibrada generadora de crisis.
azaiat@pagina12.com.ar
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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un estudio oficial describe los avances y carencias que aún existen en el trabajo rural temporario

Un estudio oficial describe los avances y carencias que aún existen en el trabajo rural temporario

Trabajadores golondrina del siglo XXI

Mediante una amplia encuesta, el registro nacional de trabajadores agrarios pudo determinar que los peones hacen base en su provincia antes de emprender cada destino laboral, los trabajos duran tres meses y la mayoría viaja sin su familia.

Por Sebastián Premici
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El 26 por ciento de los trabajadores golondrina de Santiago del Estero dependen de la AUH.
¿Cuál es la realidad de un trabajador golondrina? La imagen creada a lo largo de los años muestra a un peón que se la pasa recorriendo el país de provincia en provincia. Sin embargo, la realidad parece ser otra. A partir de un trabajo de investigación realizado por el Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea), sobre una muestra de 1870 trabajadores de Santiago del Estero, pudo determinarse que los peones hacen base en su provincia antes de emprender cada destino laboral, los trabajos a realizar tienen una duración de tres meses como máximo y la mayoría viaja sin su familia. Otro aspecto relevante es que el 26 por ciento de los encuestados sostuvo que cuando no ejercen como peones rurales reciben una pensión o AUH.
“Los que reciben una asignación o pensión también trabajan en relación de dependencia en alguna parte del año. Sobre todo los trabajadores santiagueños, que tienen arraigada una cultura de migraciones, complementan sus ingresos con otras transferencias de recursos sociales. Son ingresos complementarios”, indicó el informe del Departamento de Investigación y Estadística del Renatea.
Del total de la muestra, un 51 por ciento respondió que su primera provincia de destino es Buenos Aires, para dedicarse al desflore de maíz o la producción de arándanos. Sin embargo, un 12 por ciento (191 casos) de los encuestados respondió que no sabía cuál sería su destino al momento de la contratación. Según Renatea, esto demuestra que todavía existe una importante proporción de peones que desconocen sus derechos laborales, que terminan sometiéndose a la arbitrariedad de sus empleadores.
De los 1870 trabajadores golondrina de Santiago del Estero, 896 tenían pensado dirigirse hacia Buenos Aires, mientras que otros 201 peones lo harían hacia Catamarca (11 por ciento) y otros 183 a Entre Ríos (10 por ciento). “La principal actividad a la que se dirigen los santiagueños es al maíz y, secundariamente, al arándano. En Buenos Aires y Catamarca predominan ambos cultivos, mientras que en Entre Ríos, sólo el arándano”, indicó el Renatea.
Un 24 por ciento de los santiagueños consultados respondió que desconocía el tipo de trabajo que iba a realizar. Este dato, sumado al porcentaje de desconocimiento sobre el lugar de migración, da cuenta de la arbitrariedad de los empleadores a la hora de contratar peones golondrina. El 54 por ciento de los encuestados (957 casos) accedió a un trabajo golondrina a partir de un arreglo con el “cabecilla”, que es quien se encarga de reclutar a los trabajadores. Después hay un 36 por ciento que tiene un arreglo directo con el productor o el capataz. “El cabecilla suele trabajar a la par de los peones que él mismo convocó, pero a diferencia de éstos percibe una bonificación según el desempeño productivo. El capataz, por el contrario, es quien supervisa el trabajo de las cuadrillas”, indicó la investigación.
Previo a la sanción del nuevo estatuto del peón rural y de la creación del Renatea, los trabajadores golondrina eran contratados por agencias de empleo, cuya participación quedó vedada a partir del nuevo marco regulatorio. La figura de agencia de empleo les servía a las empresas para tercerizar el contrato de peones, muchos de los cuales terminaban cayendo en situaciones de extrema precarización laboral.
Del total de trabajadores encuestados, el 47 por ciento (834 casos) piensa volver a su lugar de origen, mientras que un 49 por ciento (863) respondió que se iría a otras provincias, previo paso por Santiago del Estero. De los 834 trabajadores que regresan a Santiago del Estero, el 53 por ciento aseguró que no cuenta con trabajo asegurado al regresar y entre los que sí tienen, la ocupación más frecuente es la construcción (35 por ciento) y otras actividades no agrarias (19,0), entre las que se encuentran actividades comerciales, oficios de la salud, y otros oficios (taller mecánico).
La realidad socioeconómica de los trabajadores golondrina queda expuesta luego de la pregunta sobre los principales ingresos por hogar. El 40 por ciento manifestó que su principal ingreso proviene de un salario, pero un 26 por ciento indicó que su principal sustento se da por una combinación de la Asignación Universal por Hijo o pensiones. Por otro lado, el 39 por ciento respondió que en su grupo familiar había al menos una persona que recibía la AUH.
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medios y comunicación

medios y comunicación

La caverna política en televisión

Marcelo García y Roberto Samar invitan a pensar, a la vista de los resultados, que la televisión no genera por sí misma consecuencias en la participación ciudadana. Depende del uso que se haga del medio.

Por Marcelo J. García y Roberto Samar *
Es posible que un libro de Giovanni Sartori les haya hecho mal a muchos líderes del mundo occidental. En Homo Videns (1997), Sartori postula el surgimiento de un nuevo tipo de ser humano, más pobre intelectualmente, capturado por las luces y sombras de la pantalla como los primitivos habitantes de la caverna platónica. No es descabellado entonces que algunos dirigentes se aferren a este axioma para justificar cada ocasión en la que sus mensajes, racionales y coherentes, no derivan en un voto masivo a su favor por parte de los ciudadanos.
La tentación es muy grande. Carlos Menem solía citar al autor italiano en los últimos meses de su mandato, no siempre entendiendo de manera acabada el sentido último de la obra de Sartori. Y hasta la presidenta Cristina Fernández hizo referencia al Homo Videns en una entrevista reciente, donde explicó que “o hace falta ser muy inteligente para entender que hay un mundo de construcción mediática que crea determinadas imágenes, determinadas construcciones que la gente cree, pero no porque es tonta, sino porque se ha producido en el mundo el fenómeno de los monopolios mediáticos”.
En la guerra mediática argentina de los últimos años, dos programas funcionaron como la punta del iceberg –y la punta de lanza– de los esfuerzos políticos que el gobierno nacional y los grandes medios opositores para imponer su versión de la situación del país ante el público: 6, 7, 8 (producido por PPT en la TV Pública) y Periodismo para Todos (PPT, por Canal 13 del Grupo Clarín). En espejo, ambos programas compartieron una pretensión de trasvasar los límites de la pantalla cada vez menos chica y jugar el partido de las mentes en otros territorios, tanto físicos como virtuales.
Los seguidores de 6, 7, 8, a través de su página de Facebook, convocaron a manifestaciones a favor del Gobierno en el momento político más crítico de la presidencia de Cristina Fernández, cuando un oficialismo a la defensiva parecía incapaz de recuperarse y cuando la disputa política en torno de la aprobación e implementación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual pasó a ser “la madre de todas las batallas”. Las denuncias de corrupción unidireccionales de Periodismo para Todos, en tanto, fueron el alimento principal de las masivas concentraciones caceroleras contra el Gobierno durante el 2012 y la primera mitad de 2013.
Estos fenómenos, en un momento, parecieron contradecir las miradas pesimistas sobre el rol del lenguaje televisivo en la construcción de ciudadanía. Según Pierre Bourdieu, la televisión, “es la búsqueda de lo sensacional, de lo espectacular”, no es muy favorable “a la expresión del pensamiento”. El medio, decía Bourdieu, “apela a la dramatización, en el doble sentido: pone en escena, en imágenes, un hecho y exagera su importancia, la gravedad y el carácter dramático, trágico”. En los últimos años hemos visto también que puede existir otra forma de hacer y consumir televisión, impulsada por el Estado, como lo demuestran canales como Pakapaka y Encuentro.
La discusión política argentina de los últimos años fue, efectivamente, espectacular y dramática. Quizá hasta se haya exagerado algo su importancia. Pero lo cierto es que la discusión existió y la política retomó la centralidad, aun en la grilla televisiva, algo impensado en tiempos pasados en los que el prime time estaba reservado a culos, tetas y cortes de manzana. ¡Enhorabuena, pensamos!
Sin embargo, la capacidad mediática de producir un “efecto de realidad” en la agenda política en el largo plazo parece ser más acotada que en otras agendas, como por ejemplo la agenda acerca de la inseguridad, donde la “criminología mediática” deriva rápidamente en pedidos de mano dura y cambios efectivos de la legislación para aumentar penas. La política es un territorio en movimiento, que resiste los silos conceptuales que estos dos programas fueron incapaces de modificar. Mientras que 6, 7, 8 fue perdiendo su influencia a medida que el oficialismo salía de la trinchera, el programa de Lanata no sólo no logró que ninguna de sus espectaculares denuncias mostrara resultados sustanciales, sino que vio cómo el movimiento de indignados vernáculos reducía su número de cientos de miles a cientos de un #8N a otro.
Es probable que los “clásicos” como Sartori y Bourdieu tuvieran finalmente razón y que las luces y sombras de la caverna audiovisual no sean suficientes para iluminar una participación ciudadana comprometida a lo largo del tiempo. El problema no son las luces y las sombras, sino el uso que se haga de ellas.
* García (@mjotagarcia) y Samar (@robertosa mar) son integrantes del Departamento de Comunicación de la Sociedad Internacional para el Desarrollo, Capítulo Buenos Aires (www.sidbaires.org.ar).
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viernes, 6 de diciembre de 2013

EL ICONO DE LA LUCHA ANTIAPARTHEID

A LOS 95 AÑOS, FALLECIO EL ICONO DE LA LUCHA ANTIAPARTHEID

El largo camino de Mandela

El líder sudafricano, Nobel de la Paz, combatió durante décadas contra el régimen segregacionista. Estuvo 27 años preso. Como presidente tuvo el trabajo más duro de desmontar el aparato jurídico heredado de los opresores.

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El hombre que simbolizó la lucha contra el apartheid y Premio Nobel de la Paz, Nelson Mandela, murió anoche a los 95 años en su hogar en Qunu, en Johannesburgo. La noticia la anunció el presidente sudafricano Jacob Zuma dirigiéndose al país por televisión. “Se fue en paz rodeado por su familia. Ahora está descansando. Nuestra nación perdió a su gran hijo. Sudafricanos, Nelson Mandela nos unió y unidos le diremos adiós.” Zuma les envió sus condolencias a su esposa Graça Machel, a su ex mujer Winnie Madikizela-Mandela, a sus hijos, sus nietos, sus bisnietos y a toda la familia. Dijo que Mandela recibiría un funeral de Estado y ordenó que todas las banderas flamearan a medio mástil desde ese momento hasta después del funeral.
Cientos de personas se congregaron anoche frente a la vivienda donde falleció Mandela, para despedir con música, flores y banderas al héroe del antiapartheid. Medios locales e internacionales se reunieron frente al domicilio de Mandela, en el barrio de Qunu de Johannesburgo, tras conocer que allí se había convocado una reunión familiar urgente a última hora de la tarde del miércoles. Horas antes de la comparecencia de Zuma, cuando anunció la muerte de Mandela, dos de las nietas del ex mandatario y una amiga cercana de la familia, Bantu Holomisa, fueron vistas entrando a la casa. Pese a los rumores que desataron estas visitas, uno de sus nietos, Madla Mandela, negaba después que se estuviera produciendo una reunión familiar relacionada con el empeoramiento del estado de su abuelo.
Pero su salud se había resentido este último tiempo. Desde 2011 Mandela había sido hospitalizado recurrentemente por sus problemas respiratorios, causados por la tuberculosis que contrajo en las casi tres décadas que permaneció en prisión. En 2001 había sido operado por cáncer de próstata y 11 años más tarde se le extrajeron piedras de la vesícula. Su paso por el hospital se hacía cada vez más frecuente y su cuerpo más frágil.
Cuando Mandela asumió la presidencia el 10 de mayo en 1994, Sudáfrica terminaba con 46 años de apartheid. Era el fin del régimen de segregación racial que impedía a los sudafricanos negros contar con los mismos derechos y oportunidades que sus compatriotas blancos. En su discurso inaugural ante miles de personas, que fue más una celebración democrática que una solemne toma de posesión, el flamante presidente dejó las cosas en claro: “Nunca más esta hermosa tierra volverá a experimentar la opresión de uno sobre el otro y sufrir la indignidad de ser la escoria del mundo”. El trabajo más duro sería desmontar el aparato jurídico heredado de los opresores y unificar un país dividido por casi medio siglo de discriminación institucionalizada. Desde el Congreso Nacional Africano (CNA), partido que ayudó a consolidar y que le sirvió como plataforma para plasmar su proyecto político, había asegurado durante la campaña electoral que convivir suponía gobernar para todos los sudafricanos, independientemente de su color de piel, origen, creencia, status o procedencia geográfica.
En su autobiografía, El largo camino hacia la libertad, Mandela escribió que el gobierno de las mayorías y la paz interna eran las dos caras de una misma moneda, y que si los sudafricanos blancos no lo entendían entonces jamás habría paz y estabilidad en el país. Los dirigentes del Partido Nacional (PN), artífices del apartheid, finalmente lo comprendieron y el 11 de febrero de 1990, tras 27 años de encierro, liberaron a Mandela. El entonces presidente Frederik de Klerk lo convirtió en un interlocutor legítimo para pactar una transición sin sangre. La proscripción al CNA fue levantada y el PN acordó el paulatino repliegue del régimen segregacionista, en momentos en que los enfrentamientos tribales y la tensión entre blancos y negros amenazaban con desencadenar una guerra civil. Fue entonces cuando Mandela entendió su misión casi providencial. Llamó a todos los sudafricanos a la calma y prometió que en la nueva etapa por comenzar no habría supremacía racial ni de ningún tipo. Su actuación le valió el Premio Nobel de la Paz en 1993, compartido con De Klerk, quien sería su vicepresidente. La elección de su compañero de fórmula era un gesto hacia la minoría blanca que esperaba, equivocadamente, un tiempo de revancha. En cambio, obtuvieron de él una oportunidad para la reconciliación.
“El gobierno esperaba que después de 27 años en la cárcel no estaría apto para ningún tipo de liderazgo, que habría perdido contacto con la realidad. No tardaron en darse cuenta de que la realidad era todo lo contrario”, escribió su biógrafo Anthony Sampson en Mandela: La biografía autorizada. A diferencia de sus rivales políticos, Mandela comprendió que cualquier reivindicación debía darse a través de las instituciones. Desalentó la lucha armada de sus camaradas y de otros grupos antiapartheid y promovió un acuerdo con miras a una democracia pluripartidaria y multirracial. Excepto Margaret Thatcher, que lo consideraba un terrorista y que se negó a participar del boicot internacional contra Sudáfrica en los ’80, tal como lo recordó el columnista de The Guardian Seumas Milne al fallecer la Dama de Hierro, el líder sudafricano gozaba de una simpatía generalizada dentro y fuera de su país. Klaas de Jonge, que luchó junto al CNA en los años ’80, contó a Página/12 que “Mandela fue elegido por el partido para que sea la cara visible de la lucha contra el apartheid, un símbolo que representara la libertad y que reuniera al pueblo contra sus opresores”. En sintonía con las necesidades de una sociedad a punto de explotar, condensó su filosofía política en una declaración coherente con su accionar: “Si querés hacer las paces con tu enemigo, tenés que trabajar con tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero”.
Permaneció en la prisión de Robben Island durante 17 años. Los últimos diez de encierro los pasó en la cárcel de Pollsmoor. Durante su confinamiento, realizó trabajos forzados, sobrevivió en condiciones indignas y sin ningún tipo de comunicación con el exterior. Su abogado George Bizos lo recordó en uno de los pocos encuentros que el régimen le concedió. “En una visita, lo trajeron a la sala donde nos reuníamos con los presos. Llegó escoltado por dos guardias delante, dos a cada lado y dos detrás. Lo increíble de Mandela es que nunca se comportó como un prisionero. Caminaba con la frente en alto y era él quien marcaba el paso a los escoltas. Cuando llegó me dijo en broma: ‘George, permíteme que te presente a mi guardia de honor’. Al menos uno de los policías no pudo esconder una sonrisa”. A pesar de la proscripción que sufría el CNA, Mandela continuó su lucha a través de su propia figura, que adquiría notoriedad internacional y que congregaba a la mayoría de su pueblo. En 1984, el PN le ofreció dejarlo en libertad si abandonaba la conducción de su partido. Declinó la oferta por considerarla una burla a sus principios políticos y a su dignidad personal. Sabía que faltaba cada vez menos para ver cumplido su sueño de una Sudáfrica libre y democrática. Soportó seis años más en la cárcel.
La proscripción del CNA en 1960 lo obligó a pasar a la clandestinidad y a buscar apoyo entre los movimientos africanistas que luchaban por la independencia en sus respectivos países. Ese mismo año integra el Umkhonto we Sizwe, brazo armado del movimiento político que enfrentaba al PN. El recrudecimiento de la represión frente a las protestas y los levantamientos precipitó la estrategia de sabotaje, boicot y la guerra de guerrillas. Cuando Mandela regresó de una gira por el continente africano, donde se encontró con camaradas de países en procesos de emancipación, fue detenido por el régimen. En 1964 fue condenado a cadena perpetua por conspirar contra el gobierno en el célebre juicio de Rivonia. Asumió su propia defensa y aprovechó la atención que suscitaba el caso para pronunciar sus palabras más recordadas: “He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He acariciado el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Se trata de un ideal que espero vivir y lograr. Pero, si tuviera que ser de otra forma, es un ideal por el cual estoy preparado para morir”.
Mandela nació en 1918 bajo el nombre de Rolihlahla, en un pequeño pueblo llamado Mvezo. Hijo de un jefe tribal de la etnia xhosa, fue el primero de la familia en ir al colegio y en terminar sus estudios. Fue un profesor que lo rebautizó con el nombre de Nelson. Cuando tenía 23 años, había escapado de un matrimonio arreglado con destino a Johannesburgo. Tenía incorporado el sentido de la libertad desde muy chico. En esa ciudad industrial y populosa, donde los efectos del apartheid estaban más a la vista que en cualquier otro rincón del país, conoció el racismo y la explotación del hombre por el hombre en primera persona. En la Universidad de Witwatersrand conoció a Harry Schwarz, a Joe Slovo y a Ruth First, todos ellos activistas blancos antiapartheid, quienes le mostraron que detrás de la segregación racial se escondía un imbricado sistema de exclusión e inequidad. En 1943 se recibió de abogado y se unió al CNA, fundando la Liga Juvenil del partido junto a Walter Sisulu y a Oliver Tambo. La estrategia adoptada fue la resistencia pacífica, inspirada en lo que Gandhi había logrado en la India. Pero el ascenso del PN en 1948 habría de profundizar el estado policíaco. Detenciones arbitrarias, proscripciones partidarias, prohibición para protestar o para circular libremente. La lucha armada se presentó como una posibilidad, quizá la única. La liberación de su pueblo no podía esperar.
En 1998 se casó con Graça Machel, la ex primera dama de Mozambique, luego de divorciarse de Winnie Mandela, una de las figuras más emblemáticas de la lucha contra el apartheid, dos años antes. En 1999 legó la presidencia a su vice y compañero de partido, Thabo Mbeki. El CNA se convirtió en la fuerza política más importante del país, algo en lo que Mandela tuvo mucho que ver. La prestigiosa periodista sudafricana Heidi Holland había dicho antes de morir el año pasado que el CNA ya no era el partido de Mandela. El líder renunció a cualquier cargo electivo y se consagró a la tarea filantrópica, que era otra forma de hacer lo que siempre hizo: buscar soluciones a los problemas de los sudafricanos de a pie. Promovió el deporte, la lucha contra el VIH/sida y la buena vecindad entre los países africanos. En 2004, aquejado por los problemas de salud, oficializó su retiro y pidió que no lo llamaran. El presidente Zuma lo recordó como un ejemplo y como un hombre que ha dado grandes lecciones al mundo. Las más significativas tienen que ver con la libertad, la dignidad humana y la lucha colectiva.
Informe: Patricio Porta.
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