Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

martes, 3 de abril de 2012

l triste papel de intelectuales colonizados (CMMpolitica)

Como no podía ser de otro modo, cuando están por cumplirse treinta años de la guerra en el Atlántico Sur, Le Monde diplomatique, ese auténtico vocero de las causas progresistas, hizo su aporte una vez más a la campaña de desmalvinización en nombre de los derechos humanos. En su número de marzo publicó bajo el título “Hay más cuadros que bajar” de Federico Llorenz, a quién presenta como historiador, integrante del IDES-CONICET.
Desde nuestro Centro de Noticias I
Ciudad de San Miguel Arcángel,
N.O. del conurbano bonaerense,
República Argentina en la UNASUR-CELAC
Fuente: Socialismo Latinoamericano
Autor: OSVALDO CALELLO
El triste papel de intelectuales colonizados (CMMpolitica)
Como no podía ser de otro modo, cuando están por cumplirse treinta años de la guerra en el Atlántico Sur, Le Monde diplomatique, ese auténtico vocero de las causas progresistas, hizo su aporte una vez más a la campaña de desmalvinización en nombre de los derechos humanos. En su número de marzo publicó bajo el título “Hay más cuadros que bajar” de Federico Llorenz, a quién presenta como historiador, integrante del IDES-CONICET.
La tesis del autor no es nueva. Sostiene que para los argentinos la naturaleza de la guerra estuvo determinada por el contenido histórico-social de la dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976. En consecuencia, el juicio que pueda merecer el desenvolvimiento político-militar producido tres décadas atrás, surge por sí mismo desde el momento en que se restituye la historicidad de los acontecimientos de entonces, fuertemente predeterminados por la presión devastadora del terrorismo de Estado.
La nota exalta la política de derechos humanos puesta en práctica por el gobierno de Néstor Kirchner y continuada por el de Cristina Fernández. Llega a afirmar que “desde 1983 se ha abierto la posibilidad de (re)discutir el pasado” (!); y sostiene que “al impulsar los procesos de justicia, ofreció a los ex combatientes nuevas claves para pensar tanto sus experiencias como sus demandas históricas”. Inmediatamente, como es de rigor, se refiere a las denuncias sobre vejaciones sufridas por soldados argentinos a manos de la oficialidad, en este caso menciona a las difundidas en el preestreno de esa verdadera obra de culto de la desmalvinización que es el film Iluminandos por el fuego.
Sin embargo, desafortunadamente, para el autor, la posición del kirchnerismo frente a la cuestión Malvinas, encierra una contradicción insalvable respecto de la posibilidad de rediscutir el pasado y afirmar el rumbo derechohumanista: “El contenido ‘nacional” del relato ‘malvinero’ del discurso oficial entra en contradicción con la aproximación crítica al pasado que el mismo gobierno impulsa”. Pero además hay en ese relato algo igualmente inaceptable y es lo siguiente: “la reivindicación de la causa nacional que hace el kirchnerismo (se define como ‘malvinero’) alienta a los nostálgicos del pasado que relatan la Guerra de Malvinas como si el terrorismo de Estado no hubiera tenido lugar”.
Unos párrafos más abajo pone más en claro todavía el fondo de su posición: “Sin embargo, la retórica latinoamericanista y antiimperialista, el énfasis en la ‘recuperación de la autoestima’, o más específicamente, la reivindicación del carácter ‘malvinero’ de los presidentes, rasgos distintivos del discurso kirchnerista, alimentan otras visiones sobre la guerra más esencialistas. Ancladas en el repertorio de la izquierda nacional, reivindicándose populares y ‘revisionistas’ comparten con sectores conservadores o directamente reaccionarios la defensa de la ‘causa nacional’ por encima de sus circunstancias, ya que también incluyen la guerra de 1982 en una unicrónica lucha de la nación contra el imperialismo”.
En definitiva la guerra de Malvinas no reviste contenido patriótico, nacional o antiimperialista alguno, y reivindicarla desde esta perspectiva obstruye la revisión crítica del pasado, saca de foco el terrorismo de Estado, verdadero objeto del proceso de revisión crítica y de restitución de la memoria histórica. Sin quererlo, el gobierno al declararse “malvinero” favorece la operación simbólica de los sectores conservadores y directamente reaccionarios, que desde una posición “esencialista” elevan la guerra de Malvinas a las alturas inconmensurables de “causa nacional”, y sacan de foco los crímenes de la dictadura. Responsabilidad ineludible en este deplazamiento que involuntariamente propicia el gobierno, tiene la izquierda nacional por propiciar el “repertorio” que inserta la guerra “en una unicrónica lucha de la nación contra el imperialismo”.

La naturaleza objetiva del conflicto

La afirmación es singular. ¿Qué diría el agudo investigador del IDES-CONICET si supiera que la izquierda nacional se opuso militantemente a través del FIP y el PSIN al golpe de Estado de marzo de 1976 y luego también desde el PIN a la dictadura, en el período en que el terrorismo de Estado se cobró la vida de varios de sus integrantes? Cualquiera que examine esos años negros de la vida nacional comprobaría que la izquierda nacional, en cualquiera de sus expresiones, se integró militantemente a las líneas de resistencia contra la dictadura que, ejercida por los altos mandos de las Fuerzas Armadas, tenía como inspiradores políticos e ideológicos, y también ejecutores prácticos, a los hombres del Consejo Empresario Argentino encabezado por Martínez de Hoz y sostenido por las grandes corporaciones locales y extranjeras. El juicio condenatorio sobre la dictadura no ha variado a través de los años: el terrorismo de Estado fue aplicado hasta sus últimas consecuencias porque de otra forma no hubiera sido posible iniciar una reconversión radical de la economía y la sociedad según los intereses de los grupos monopólicos nativos y del capital financiero internacional. Para alcanzar ese objetivo era imprescindible emplear el terror estatal, paralizar y desarticular el movimiento obrero y las organizaciones populares, eliminado parte de sus cuadros y llevar adelante la destrucción de las estructuras materiales que perduraban del modelo económico característico del período de sustitución de importaciones originado a mediados de la década del 30’ y consolidado bajo los dos primeros gobiernos de Perón.
Por desgracia para el autor de la nota, no existe contradicción alguna entre la condena a la dictadura y el reconocimiento del carácter antiimperialista de la guerra de Malvinas. El contenido de la contienda está más allá de la subjetividad de los protagonistas y se inscribe en el antagonismo que define toda una época histórica: el que opone las naciones oprimidas a las naciones opresoras. Fue León Trotsky el que puso en sus justos términos el problema en uno de los pasajes de su Historia de la Revolución Rusa. Escribió entonces: “…en una guerra entre la república democrática imperialista civilizada y la monarquía bárbara y atrasada de un país colonial, los socialistas deben estar enteramente del lado del país oprimido, a pesar de ser monárquico, y en contra del país opresor por muy ‘democrático’ que sea.”
“Para Lenin, una guerra de emancipación opuesta a un guerra de opresión imperialista, era solamente otra forma de revolución nacional, que a su turno se insertaba como un anillo indispensable en la lucha emancipadora de la clase obrera del mundo entero”.
En 1938, exilado en México, Trotsky volvió sobre el asunto durante una entrevista con el militante obrero argentino Mateo Fosa. En la oportunidad el antiguo jefe del Ejército Rojo se refirió a la situación en Brasil bajo la presidencia de Getulio Vargas. En esos años Vargas, aliado del imperialismo norteamericano, estaba construyendo el Estado Novo aplicando una política de terror policial, apresando a los dirigentes obreros, declarando ilegales las huelgas, y negando a través de la Constitución de 1937 los derechos de los trabajadores. Años más tarde volvió al poder y respaldándose en un sector la burguesía nacional se orientó hacia una política más popular con apoyo de las masas trabajadoras. En 1938 Trostky sostuvo que en Brasil imperaba un régimen semifascista al que ningún revolucionario debía apoyar. Sin embargo, ¿qué ocurriría si en el día de mañana Inglaterra entrara en un conflicto militar con Brasil? ¿De qué lado de ese conflicto estaría la clase obrera? Trotsky no dudaba: estaría del lado del Brasil “fascista” contra la Inglaterra “democrática”. Simplemente, porque no se trataría de una cuestión de democracia o fascismo. Trotsky decía que si Inglaterra saliera victoriosa pondría otro dictador en Río de Janeiro y consolidaría su dominio sobre Brasil. Por el contrario, si fuera Brasil el que saliera triunfante la conciencia nacional y democrática del país recibiría un fuerte impulso y llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. A su vez, la derrota de Inglaterra golpearía al imperialismo británico e impulsaría el movimiento revolucionario del proletariado inglés.
Estos comentarios tienen valor indudable para descifrar la naturaleza de los acontecimientos que se desenvolvieron en Malvinas y en el continente entre abril y junio de 1982. Sobre este asunto es necesario tener presente que la guerra del Atlántico Sur se desarrolló en torno a una contradicción insuperable entre el carácter objetivamente antiimperialista de la contienda con Gran Bretaña y la OTAN y la conciencia colonizada de los altos mandos de las Fuerzas Armadas argentinas, prisioneros de la política y las ideas que los había subordinado al bloque hegemonizado por Estados Unidos. Basta recordar la sorpresa de esos mandos cuando Gran Bretaña decidió darle un corte militar al conflicto, su creencia de que Estados Unidos podía ser un mediador imparcial entre dos de sus principales aliados, el hecho de que Roberto Alemann, agente del capital extranjero, fuera durante los meses que duró la guerra el ministro de Economía y, en consecuencia, no adoptase medidas elementales como eran la expropiación de los bienes británicos en el país.

Bajo el signo de la desmalvinización

Pero ni el terrorismo de Estado ni la naturaleza de la dirección político-militar de las fuerzas argentinas, alteran el contenido antiimperialista de la guerra. Es precisamente este contenido el que ha estado bajo fuego por parte de “autorizadas” voces metropolitanas, replicadas por una parte de la intelligensialocal, tras la caída de Puerto Argentino. Bajo el peso de esta derrota nacional se fundó la democracia del período que se inició en 1983, desplazando el sentido de los acontecimientos en el Atlántico Sur y constituyendo una historia oficial,cuya primera verdad fue denunciar como un despropósito el hecho de que un país atrasado y dependiente precipitara una guerra contra una de las potencias dominantes. La campaña de desmalvinización impulsada por los centros ideológicos de las metrópolis, con amplia repercusión local a través de una intelectualidad nativa domesticada y cobarde y apuntalada por las grandes corporaciones periodísticas, constituyó la más formidable operación de hegemonización a partir de la cual se constituyeron las identidades de la naciente democracia alfonsinista. La antinomia democracia-dictadura ocupó el centro de una escena pública impregnada por los crímenes de la dictadura, pero velando al mismo tiempo el papel que tuvieron los partidos pequeños burgueses y los políticos de la oligarquía, la gran burguesía y el capital extranjero en ese período infame de la vida nacional. El discurso de la desmalvinización, reproducido en gran escala por los medios masivos de comunicación, se convirtió en una verdad de sentido común para amplias capas fundamentalmente de clase media;pero no sólo para el ciudadano de a pie. Por el contrario, en las “alturas” del pensamiento ilustrado la penetración de la colonización ideológica llegó a tal punto que, recientemente, un grupo de intelectuales cómodamente apoltronados en los recovecos de la rosca académica, los staff periodísticos o encaramados en los privilegios de una diputación, salió gallardamente a proclamar el derecho de los kelpers a la autodeterminación. Si esta intellegentsia cosmopolita no fuese una expresión tan miserable e insignificante, se podría decir que el partido extranjero, del que hablaba Gramsci, tiene existencia entre nosotros.
La nota publicada por Le Monde concluye afirmando la necesidad de restituir la identidad de los muertos de la guerra de 1982, inscribiendo su sacrificio en una historia de lucha del pueblo por sus derechos, conculcados por quienes masacraron a compatriotas y buscaron esconder sus crímenes “y bañarse en la luz del heroísmo ajeno”. Muy lejos de esta apreciación, la restitución de la identidad pendiente apunta a quebrar la mistificación que transformó a los soldados argentinos en los “chicos de la guerra”, víctimas inocentes de la irracionalidad de una dictadura criminal, y restablecer la identidad de la que los ha despojado el discurso desmalvinizante: patriotas que combatieron valientemente y cayeron en una guerra nacional contra el opresor imperialista.
Cuando el pueblo argentino se ponga nuevamente en marcha como lo hizo en las jornadas de octubre de 1945, de mayo de 1969 y de diciembre de 2001, procederá a barrer de la escena pública los deshechos de la desmalvinización, apartará de su camino a sus servidores nativos, restablecerá la memoria histórica y juzgará la guerra del Atlántico Sur a la luz del antagonismo que enfrenta a las naciones oprimidas y las naciones opresoras, antagonismo que caracteriza toda una época.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores