Grecia y el Referendum que no pudo ser
De la crisis y la Democrácia y el Derecho de los pueblos a escribir su historia y planificar su futuro
Esta semana hemos asistido a un peculiar ejercicio dediplomacia internacional a cuya avanzadilla han estado Angela Merkel y Nicolás Sarkozy.
En un extremo, el cada día más cansado pueblo griego quien ve ya casi imposible una recuperación económica que le permita hacer frente dignamente a las deudas contraídas con la euro zona y en el otro, los grandes estrategas que perfilan un futuro idílico de la Unión Europea sobre plano y que no dudan en utilizar cualquier arma para conseguir el plan que previamente se han trazado.
El primer ministro griego, Yogos Papandreu, sabiendo las limitaciones en las que se encontraría su país si acepta éste último rescate de la Unión, acuerda poner en manos del pueblo la decisión de asumir o no esa ayuda. Sin duda la aptitud de Papandreu es en si misma un ejercicio democrático valiente, algo que últimamente no estamos acostumbrados a ver.
Pero ¿como premia la Unión esta decisión del presidente griego? Pues, sencillamente con la amenaza de un bloqueo casi inminente, todo con tal de que nadie abandone éste sutil juego democrático en que se ha convertido la Unión.
¿Sería acaso posible que el pueblo griego emprendiese la aventura de un Referéndum con la espada de Damocles europea en sus cabezas?
¿Hacia donde vamos? Vamos hacia una Europa que castiga todo vestigio de democracia y decide que los pueblos no deben tener la palabra.
El gobierno español, modificó su constitución orientada por la UE y la opción de consulta popular no fue ni tan siquiera a debate.
Parece que de ahora en adelante, la historia ya no la escribirán los pueblos sino los dirigentes que en suerte nos toquen, ellos y ese matrimonio un tanto ficticio y de conveniencia que han asumido con las entidades financieras.
No sé tampoco de que nos vamos a extrañar. Este modelo no es nuevo. EEUU (nuestro ejemplo según algunos a mirar), hace años que lo sigue en la zona de las Americas y sus razones de peso siempre van vinculadas al bloqueo económico.
Ahora, está en nosotros el elegir con quien jugamos la partida: Si queremos servir de carnaza a los que ya se han proclamado vencedores en esta batalla económica (Alemania y Francia), o sencillamente reivindicar nuestro derecho a mantener nuestras Instituciones Democráticas de la forma más digna posible, recuperando el consenso popular y el debate y apoyando como siempre hicimos desde el inicio de nuestra joven democracia, a los países que promuevan aptitudes democráticas en sus territorios, en este caso el pueblo griego.
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