Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

lunes, 10 de abril de 2017

El advenimiento del precariado. Entrevista


¿Asistimos al nacimiento de una nueva clase social? Para el economista Guy Standing, recientemente traducido al francés, el “precariado” es ya un fenómeno mundial. Y es urgente responder a las aspiraciones de estos nuevos proletarios. Por medio, sobre todo, de la renta básica. Lo entrevista Pascal Riché para el semanario francés L´Obs.  
¿En qué sentido constituye una “clase” el precariado? ¿Cuál es la relación entre los jóvenes con formación de los movimientos Occupy o Nuit Debout, los jóvenes que se rebelan en la “banlieu” y la gente que en las capas populares vota a favor del Brexit o al Front National?
Los investigadores marxistas me han criticado por el uso de la palabra “clase”. Sin embargo, si se reflexiona sobre ello, la clase obrera también es extraordinariamente heterogénea. Yo defino el precariado de acuerdo con tres dimensiones. Para empezar, por una relación distintiva con la producción: sus miembros se han visto forzados a aceptar la inseguridad de su trabajo. Se ven privados incluso de una identidad ocupacional. No tienen “relato” que dar a su vida. Bajo una presión que no cesa, consagran buena parte de su tiempo a la busca de trabajo, un tiempo por el que no se les paga y cuya mejor utilidad no conocen jamás. A diferencia del antiguo proletariado, no se les explota solamente en el trabajo sino también fuera de él.
Otra característica es la relación particular con la distribución de ingresos. Los miembros del precariado dependen casi por entero de los ingresos del trabajo. No reciben pensión de jubilación, no tienen vacaciones pagadas ni bajas por enfermedad, prestaciones sociales basadas en derechos...Existe, es verdad,  la prestación por desempleo, pero se destina a los pobres y/o hay que entrar en la categoría: tienes que probar que estás buscando trabajo. Añádase a eso que sus salarios han disminuido y que a menudo se encuentran muy endeudados. Esta deuda constituye un mecanismo sistemático de explotación del precariado.  
La tercera dimensión es, a mi entender, la principal: el estatus de “denizen” [“morador”]. Se trata de un término inglés de la Edad Media que designa a las personas que llegan a las ciudades, y a las cuales se asignaba derechos más limitados. Es la primera vez en la historia reciente que los ciudadanos pierden derechos cívicos, educativos, culturales, económicos, políticos, sociales. La etimología de “precariado” es “plegaria”: tienes que conseguir tus derechos rogando, suplicando.
Distingue usted tres grupos bien diferenciados en el seno del precariado…
Sí, aunque todos compartan sentimientos semejantes.. Hacen lo que no quieren hacer, no pueden hacer lo que quieren hacer: una forma de alienación. Se sienten prisioneros de su condición precaria, lo que desarrolla en ellos pasividad: anomia, en el sentido de Durkheim. Su inseguridad permanente reviste una profunda ansiedad. Por última, están encolerizados, lo que se expresa de diferentes formas. Están, en primer lugar, las personas que provienen de la clase obrera, cuyos padres tenían empleos estables y compartían un orgullo obrero. Viven en la nostalgia de un pasado cumplido. Una parte de ellos votó a Trump, o a favor del Brexit, y se siente atraída por movimientos neofascistas. Representan una amenaza para la Ilustración. Luego están los migrantes, las minorías étnicas: ya no tienen presente ni ligazón geográfica. Bajan la cabeza e intentan sobrevivir. El tercer grupo, el que se desarrolla más rápido, lo forma la gente que ha ido a la Universidad. Se les ha prometido un porvenir, una carrera. Pero descubren que en realidad lo que se les ha dado es un billete de lotería. Terminan sus estudios con deudas, pero sin futuro. Se les ha moldeado de acuerdo con los valores de la Ilustración, pero no se reconocen en los sindicatos o los partidos políticos tradicionales. ¿Por qué apoyar, se dicen, a Hillary Clinton, si es para apoyar a Goldman Sachs? Rechazan la austeridad lo mismo que las recetas soberanistas y reaccionarias. Cuando se trata de votar, se abstienen. Pero las cosas se mueven.  
¿Qué es lo que se mueve?
Asistimos en la escena política de numerosos países a un ascenso de ideas en pro del precariado. Hemos tenido movimientos como Occupy, los “indignados”, las primaveras árabes, Nuit Debout…Son movimientos de “rebeldes primitivos” que se manifiestan siempre, desde un punto de visto histórico, antes del hundimiento de un orden social y su transformación. El rebelde primitivo sabe contra qué milita, y todavía no en favor de quién. Hicieron falta cincuenta años para que surgiera a partir de 1945 un nuevo orden progresista. Es esto lo que pasa, pero va bastante más rápido. Pese a Trump y Le Pen, yo soy optimista. Pues la energía de la franja progresista del precariado está dando a luz a un nuevo proyecto político. Pienso en la idea de renta básica, que defiendo en el seno del BIEN, sobre todo con mi amigo Philippe Van Parijs [Basic Income Earth Network es una asociación internacional de investigadores fundada en 1986 para difundir la idea de renta básica - N. de la R.].     
¿Hay una conexión política posible entre estos tres grupos?
Lo que emerge es un conjunto de ideas y valores que pueden conducir a una acción política común a los tres grupos e incluso atraer a personas del salariado que tengan inquietud por ellos o sus hijos. En otro libro propongo una carta con 29 propuestas políticas que se refieren a todos los grupos. La renta básica es la número 25.
¿Cuál es la número uno?
La primera es la necesidad de una redefinición conceptual de lo que se denomina trabajo, para salir de esta sociedad de trabajo duro dominada por la única lógica capitalista. Lo cual lleva a repensar las regulaciones, los valores, la ecología…Hoy en día, ¿a qué consagran principalmente su tiempo las personas precarias? Buscan trabajo, trabajo a corto plazo. Son candidatas, no a docenas sino a miles de empleos antes de llegar a conseguir uno. Realizan, como miles de candidatos más, pruebas, luego otras pruebas, y después todavía más pruebas. ¡Qué de tiempo pasa! Para el que da empleo, esto no cuesta nada, porque todo se gestiona digitalmente mediante algoritmos…Este primer punto de la carta.es importante, puesto que invita a redefinir la realidad, algo que los sindicatos perdieron de vista en los años 90. Para ellos, la única respuesta al precariado era el empleo a tiempo completo. Como se negaban a hablar de flexibilidad, no se han dedicado a estas cuestiones cuando eran todavía poderosos. Pero desde hace tres años son bastante más abiertos.  
En los años 50, 60, 70, el temor al comunismo empujaba a la clase dominante de los países occidentales a aceptar un compromiso social y a dar seguridad a los trabajadores. ¿Explica la desaparición de esta amenaza la explosión del precariado?
Se explica, en primer lugar, a mi entender por la mundialización y la tecnología. Se ha impuesto la retórica neoliberal: para ser competitivos frente a los nuevos competidores, había que ser más flexibles. Los salarios llevan bajo presión desde hace treinta años. Hoy en día, sólo el Estado puede dar a los trabajadores poder de negociación. El adversario del proletariado era el patrono de la fábrica; el adversario del precariado es el Estado, pues él es quien puede actuar en su favor.      
¿Pasará la transformación del sistema actual por una salida del capitalismo?
En todo caso, tenemos que salir del capitalismo rentista. Se comprueba que las rentas las succionan los detentadores de los derechos de propiedad, física, financiera, intelectual (las patentes). El precariado es el único grupo al que no corresponde ningún ingreso proveniente de las rentas. Lo ideal sería gravar las rentas para financiar la renta básica. El nuevo sistema podrá llamarse como se quiera. Pero la forma actual del capitalismo es una superchería: promueve el “libre mercado” cuando el mercado es todo menos libre. El precariado crece y el sistema de distribución de ingresos está quebrado. Los salarios, en Francia, en Gran Bretaña, en los Estados Unidos, llevan estancados desde hace treinta años y crecen las desigualdades. Ante esta situación, todo político que no proponga soluciones no merece hacer política. Hay que preguntarles a todos y cada uno: ¿qué pretende hacer usted para arreglar este sistema roto? Y no nos digan que “vamos a subir los salarios”, porque ya sabemos que es imposible frente a China y las economías emergentes.  
De ahí la idea de renta básica. Pero ¿no existe el riesgo de crear una sociedad de dos velocidades, entre los ganadores de la mundialización y los demás?  
¡Pero sí ya vivimos en esa sociedad dual! Tenemos que salir del sistema de ayudas  condicionadas según ingresos y de un sistema en el que la gente dispone de un poder de negociación tan débil. La renta básica aumentará el poder de negociación de cada cual, la capacidad de decir que no a trabajos que no se desean, o, por el contrario, de decir que sí a actividades mal remuneradas, pero interesantes. Es eso lo que reducirá la dualidad social que usted apunta. 
profesor de la Universidad de Londres que ha trabajado más de treinta años para la OIT. Es miembro fundador de la Basic Income Earth Network (BIEN).
Fuente:
L´Obs, 2-8 de marzo de 2017
Traducción:
Lucas Antón

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