Under Pressure x Queen

Presión
Aplastándome
presión aplastándote a ti
ningún hombre la pide.
Bajo presión
Ese fuego que
derriba un edificio
divide a una familia en dos,
pone a l gente en las calles.

La maldita máquina de matar x Billy Bond y la pesada del Rock and Roll

Tengo que derretir esa máquina de matar,
tengo que derretir esa maldita máquina de matar.
Para que nunca más vuelva
a destruir lo que hacemos con amor, amor.

Desencuentro x Almafuerte

Estás desorientado y no sabés,
qué bondi hay que tomar, para seguir.
Y en triste desencuentro con la fé,
querés cruzar el mar, y no podés.
La araña que salvaste te picó.
Qué vas a hacer.
Y el hombre que ayudaste te hizo mal,
dale que vá.
Y todo un carnaval, gritando pisoteó,
la mano fraternal que Dios te dió.

viernes, 25 de abril de 2014

Informática es política

“No es lo mismo hacer informática para la soberanía nacional que generar código para los países centrales”, sostuvo José María Louzao.

El presidente de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de Argentina (CESSI) habló con Puntogov sobre la necesidad de replantear la industria informática local a fin de conectar el conocimiento con los “grandes retos sociales de la Argentina”. También hizo referencia a las compras públicas de tecnología, proclamó por un “Estado inteligente” y advirtió sobre la amenaza que podría sufrir el sector si cambia el rumbo político económico en 2015.

-En su opinión, ¿qué papel desempeña la industria informática en la actualidad y qué desafíos se presentan de cara a la sociedad del conocimiento?
-Yo creo que cumple un papel fundamental. La función que cumplen el software y los servicios informáticos en los distintos sectores productivos y estamentos públicos del país comienza a ser visualizada cada vez más importante. Incluso empieza a tener reconocimiento en forma independiente de los sistemas científicos y las carreras. Antes se la consideraba una ciencia menor. Hoy las carreras de informática están en diferentes facultades. Sin embargo, como aspecto importante, habría que hacer un replanteo curricular.

-¿Qué clase de replanteo?

- Un replanteo sobre el universo total de la informática. En la pirámide están los ingenieros y quienes tienes el pensamiento estratégico, en el medio están aquellos que tienen que determinar cómo se construye ese pensamiento y debajo están los programadores de software. Cuando en el sector decimos si queremos “software-soja”, estamos promoviendo una industria de programadores, que es el modelo indio, con bajos niveles de salarios y altos niveles de exportación. En India han exportado mucho software al mundo, pero son realmente un commoditie y ese modelo tiene un límite. El replanteo superador de una industria diferente parte de la visión de dar una discusión de la currícula. Los ingenieros que ocupan la parte más alta de la pirámide no pueden estar desconectados de la realidad social de un país. No podemos tener una informática generalista. Parafraseando al periodista Alfredo Zaiat, la economía nació como economía política. Y si vamos a hablar de software parar la innovación productiva, tampoco estamos lejos de la política.

-¿La informática es política?

-Es política, si. Porque no es lo mismo hacer informática para la soberanía nacional que generar código para los países centrales. Esta es una diferencia fundamental. Y esto es importante porque la cúpula de la pirámide muchas veces se ve seducida por un mundo corporativo globalizado en lugar de verse atraída a contribuir con los temas de energía, educación, petróleo, transporte; con los grandes retos sociales de la Argentina. Quiero un Estado que fomente esta perspectiva de la informática.

-¿Cómo empalma esta perspectiva con el objetivo de exportar software y conocimiento? También es importante que las empresas del sector generen divisas…-Si yo puedo desarrollar sistemas de inteligencia artificial que ayuden a la producción agrícola local, por ejemplo, o a cualquier otro sector de la economía, o que me ayuden a tener menores pérdida de energía; todos esos desarrollos pueden ser exportables. Sin duda, con una trascendencia económica para la empresa que lo hace, beneficios para el sector económico que lo recibe, pero la mayor trascendencia va a ser para la sociedad que va a vivir mejor.

-¿Qué se hace desde la Cámara para que esto ocurra?

-Nosotros promovemos las PyMEs nacionales y trabajamos en distintas acciones para que las PyMEs disruptivas se asocien, tengan fortaleza para generar un ecosistema y puedan salir al exterior. Venimos activando muchas misiones comerciales, en distintos lugares del mundo. Como dice Christensen (Clayton), las PyMEs disruptoras dejan de serlo cuando son compradas por las grandes corporaciones. Esto pasa frecuentemente en este sector, porque muchas veces las compran para eliminarla, porque son competencia. En nuestro país apostamos a generar un ecosistema que nos permita lograr la soberanía tecnológica, que no significa que todo se haga acá, sino que determinadas cuestiones ligadas a la agenda digital y el sector productivo se tomen como una concepción nacional que permita generar un país industrial y ofrecer trabajo a todos los argentinos. Acá hay muchas empresas extranjeras que están hace muchísimos años trabajando en el país y lo hacen realmente muy bien. Pero hay centros de costos que vienen y se van.

-¿Por ejemplo?

-Uno reciente es el caso de Verizon que deslocalizó su centro de costos en Argentina dejando a las 650 personas que trabajaban para esta compañía. Levantaron todo y se fueron a Singapur. Hay que generar un modelo sustentable.

-¿Cómo se compone hoy el cuadro de empresas nacionales desarrolladoras de software, cuántas son y cuánto facturan?

- Hoy predomina el modelo de producción nacional y además se está exportando mucho. Hay que resaltar que es uno de los sectores menos monopólicos de la Argentina. No hay ninguna empresa que tenga más del 10 por ciento de la facturación total del sector. Son alrededor de 4000 empresas que tienen el 80 por ciento de alrededor de 10 mil millones de dólares de facturación de los cuales 900 millones de dólares provienen de las exportaciones. El corazón de la industria informática debe ser las PyMEs. Eso nos va a ser sustentables. Tener una referencia en Scalabrini Ortiz y no en Canning.

-Esa avenida porteña alternó su denominación en varias oportunidades, coincidiendo con los cambios en la ideología de las administraciones políticas de
l siglo XX. Trazando un paralelo: ¿podría verse amenazada la industria nacional de software si cambia el rumbo político económico de la Argentina?-Sí. Hay cuestiones que sólo puede resolver la industria nacional. Me cuesta creer que un ejecutivo desde una oficina en San Francisco pueda conocer los problemas que tenemos en nuestra agenda. Se trata del famoso triángulo de Sábato. Una vinculación entre la industria nacional, la academia y el Estado, no es vincularse con un partido político. El sector hoy está sólido. Pero una política pendular tira abajo cualquier solidez. Las políticas públicas de los últimos diez años, como la Ley de software que lo declara y promueve como industria, la generación de puestos de trabajo, el plan estratégico 2020 del ministerio de Industria; son la razón del éxito, y de un trabajo coordinado y articulado con una visión estratégica, entre Estado y privados. Es en ese triángulo, en la base, donde hay una integración constante mediante redes sociales, universidades, foros, ONGs, Polos, de lo que es la base social. La base social también propone resolución de problemas. Es fundamental tener un oído para escuchar y ver cómo podemos articular para resolver las demandas sociales.

-¿Le preocupa que en 2015 gane una fuerza política opositora a este gobierno?

-Por supuesto. El modelo de país afecta el modelo del sector. A mí me preocupa mucho lo que pase después del cambio de autoridades. A nosotros nos va a costar rearmar las relaciones si la cosa cambia mucho. Este país está muy acostumbrado a la mentira. Aquí se dice que las grandes empresas vienen e invierten millones de dólares. Si ese va a ser el modelo, vamos a retroceder un montón. Es más lindo bailar en Pachá que en González Catán. Y la Argentina pasa más por González Catán que Pachá. Los centros de costos les sacan recursos a las empresas nacionales. Que te saquen un par de ingenieros o un par de programadores en el medio de un proyecto, es como quitar al cirujano en el medio de una operación. Acá no les exigimos nada a los que vienen de afuera y dicen que invierten millones de dólares, que no los invierten. La inversión es en I+D, recursos, calidad. Estas cosas no están en el centro del debate, aunque los hechos nos vayan dando la razón.

-Una de las demandas históricas de la CESSI se ha centrado en reclamar al Estado argentino que no desarrolle su propio software sino que le compre a las PyMEs del sector. Desde que asumió la presidencia, emergieron acciones mejor articuladas y, al parecer, más fructíferas con el sector público. ¿Es así?

-Si. Por dar un ejemplo, el Plan Estratégico 2020 del ministerio de Industria que determinó once sectores productivos, el software fue considerado el primero. Estamos trabajando fuertemente en temas de innovación productiva y contribuyendo con los sectores productivos de la Argentina porque el software es transversal. Así como exportamos vacas con un chip, podemos introducir software argentino en los distintos productos finales, desde un celular hasta un avión.  Hay que llevar el software al dispositivo. Pero los antecedentes de aquella demanda es la contratación de una Consultoría por parte de un importante organismo del Estado y eso cambió.

-¿Se refiere al caso IBM-Banco Nación?
-Sí. Las consultorías para cuestiones estratégicas del Estado deben hacerlas las universidades, que deben trabajar desde sus centros de investigación para dar respuesta a las demandas de los organismos. Nosotros hemos aprendido que no todo es monetizable de la misma forma. Las cuestiones que son estratégicas para nuestro país deben ser trabajadas por nuestros científicos, desde ingenieros hasta sociólogos. Tras el 2001, y de las pérdidas que sufrió el sector informático, después vino un uso un tanto abusivo de la norma de que el Estado contrate al Estado sin licitación. Ahí lo que se produce es una degradación y aparecemos compitiendo en temas de la base de la escala con universidades en condiciones desventajosas. La universidad no paga ganancias, aportes, etc.

-En los pasillos de las oficinas públicos se justifica este modo de comprar tecnología argumentando que en el Estado las licitaciones demoran una eternidad…

-Entonces tendríamos que discutir cómo hacer para que los procesos de compra de tecnología no demoren más seis meses. El sistema de compras debiera ser más ágil y tener muchas menos posibilidades de impugnación. En las licitaciones las empresas nacionales deben invertir mucho dinero porque deben lidiar contra las impugnaciones de las grandes corporaciones. El empresario nacional, entonces, se retira porque no se puede pagar más a los abogados que a los ingenieros en informática. El Estado tiene que ser inteligente. No creo que en un Estado chico, creo que un Estado fuerte, pero inteligente. Un Estado inteligente implica pisar los deditos del pie de mucha gente que se beneficia con que el Estado sea ineficiente. Porque todo lo que se malgasta en este sentido es lo que falta a la hora de darle asistencia a los sectores más vulnerables de la población.

por Sabrina Díaz Rato

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